Hace mucho tiempo se crea el continente al que más tarde conoceríamos como Europa.
Se colocan en él unas cuantas docenas de individuos de ambos sexos, varios árboles, algunas esquinas para citarse las parejas a las siete de la tarde, un montón de bichitos, diez o veinte nubes, botes de melocotón, mermelada y algunos postes de telégrafos.
Y dentro del continente Europa varios países, entre ellos una península a la que se le llamaría España. Dicen que España nació dando palmas.
Al paso de los siglos, la historia de España se va repitiendo, no hay duda; lo malo es que cada vez se repite de modo peor.
Hace soñar, embriaga a los pueblos, genera en ellos falsos recuerdos, los conduce al delirio de grandezas y se la elogia de ignorancia.
Península Ibérica, nuestra querida España.
Trabajas sin quejarte y continúas santificando las fiestas. Y los peregrinos siguen haciendo el camino de Santiago…
