Opinión

Desde mi platea

A mi modo de entender el teatro, el público está dividido en dos bandos: el que exige el ingenio total de una comedia, y el que quiere reírse hasta congestionarse. Yo diría que el teatro cómico está basado en el humor y no en la risa.

Un ejemplo lo tuvimos cuando presenciamos la obra "Hermanas", de Carol López, protagonizada por Amparo Larrañaga, hija de María Luisa Merlo; Marina San José, hija de Ana Belén y Víctor Manuel, y la ourensana María Pujalte. Representación que destilaba humor sutil de principio a fin y en ninguna de sus escenas se oyeron "risas a borbotones".

Ante esto, yo me pregunto que es preferible, ¿el teatro de humor o el de risa, el cómico?

Deberían imprimirse guías en las que expliquen al espectador de teatro que no es sonrojo divertirse con lo divertido y aburrise con lo aburrido.

Les haré una confidencia. Los que hacemos teatro preferimos llorar a reír. Llorar es mucho más divertido.

Otro ejemplo lo tuvimos cuando el Teatro Vivo, de Oporto, representó "Adivinhe quen vem para rezar". Finaliza la obra y un actor, en el funeral de su madre, actúa en el patio de butacas y llora desconsoladamente sobre el hombro de una espectadora.

¡Eso es humor! El reconocimiento de lo mágico, de lo poético.

La risa es salud. La risa es fuerte. La risa es casta. La risa no gasta dinero en inyecciones.

El humor es la nata, la depurada esencia de la risa, un reconocimiento de lo mágico, de lo poético.

Te puede interesar