Opinión

VACACIONES-REGRESO

Vuelta al hogar. A la tranquilidad de tu propia casa. Pero, la cruda realidad nos demuestra que en nuestra casa, cerrada durante un mes, todo el monte no es orégano.Una casa cerrada durante un mes, en la que cabría prever que nada cambiaría para bien ni para mal, es un lugar donde se producen los más sorprendentes trastornos. A pesar de las más persistentes sequías, en el hogar cerrado se percibe un penetrante vaho de humedad.


-'En todo el mes no han caído más que cuatro gotas'- nos informa, pesimista, una vecina que se quedó en Ourense.


Bueno, pues esas cuatro gotas han ido a caer, precisamente en mi casa. Hay cristales rotos y persianas anquilosadas. Entonces es cuando pensamos que en el hotel donde veraneamos marchaba mal una contraventana, teníamos el recurso de cambiar de habitación y, en último término, de hotel.


En la terraza puede haber unos fuertes soportes de hierro destinados a sujetar los colgadores de secar la ropa. Pero resulta que estos soportes se han averiado por las lluvias de un verano de seguía y, en consecuencia, necesitan reparación. Se pasa primero por llamar al albañil. El albañil mira los hierros y luego dice:


-Esto no es cosa de albañil. Llame usted a un plomista.


No sabía que existiesen plomistas. Nos ponemos en contacto con uno. Examina los hierros y exclama.


-Es mejor poner hierros nuevos. Llame usted al herrero.


Llega a casa el herrero. Examina la avería y nos sorprende diciendo:


-Esto no es cosa de herreros. Además, esto se lo arregla cualquiera.


Solución, llamamos a mi amigo Avelino, que es un manitas y arreglado. Llegamos a la conclusión que esa chapuza sin importancia no le llega a la suela del zapato a ningún profesional.

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