Opinión

Vamos a la playa

En agosto, uno se da cuenta de la cantidad de gente que cabe en España y de la que no cabe en las playas.

¡Y qué bonito es el mes de agosto, hay que decir a troche y moche, aunque tenga moscas de día y mosquitos por la noche!

Ya se ven rostros bronceados de los que se han acercado a recibir las caricias del astro rey a las playas en el mes de julio.

A mí en verano, con la correspondencia me ocurren cosas muy raras. Resulta que un día me encuentro con un amigo que se marcha de vacaciones y que me dice:

-Me voy a Torremolinos, a ver si me escribes, las señas no hace falta ni que las apuntes. Basta con poner "Pensión Miramar".

Tiene razón, una dirección tan sencilla no vale la pena de apuntar.

Pero otro día es otro amigo el que se despide, este se va a Benidorm y con poner "Villa Rosa", ya está. Fácil. Para qué tomar nota.

Otro amigo se va a Vigo y ¿cómo dijo él que era? ¡Ah, sí: "Calle Mayor" y un patito, el número 2!

Pero al escribirles nos entra la duda: ¿Cómo dijo? ¿Plaza Mayor o Calle Mayor? Juraría que había algo de un patito. Y Manolo, no sé si me dijo Bellamar, mirando al mar o mecachis en la mar. Y lo que más me choca es no haber recibido en todo este tiempo ni una carta de mis amigos. No lo entiendo.

¡Ah!, otra cosa, es normal hacer nuevas amistades en la playa. Un consejo. Al regresar a la ciudad, olvídelas. No hay nada más embarazoso que ciertas amistades deliciosas en bikini, pero insoportables en vestido de calle.

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