Opinión

La corrupción según quién


Rodrigo Rato cumple 75 años estos días, y algunos medios recuerdan su biografía, que incluye varios casos de corrupción -también importantes absoluciones, menos destacadas- que le han hecho pasar tres años en la prisión de Soto del Real. Ha pagado multas y gastado centenares de miles de euros en abogados, un ejemplo de que la justicia en este país, cuando se ejerce bien, no tiene en cuenta el curriculum de quien comparece ante un tribunal. Rato, exvicepresidente de Gobierno, director del FMI con categoría de Jefe de Estado y décadas de diputado, ha pisado la cárcel. Como el expresidente de la CEOE, o los exministros y presidentes autonómicos, Zaplana y Matas, o el yerno del rey Juan Carlos y cuñado del rey Felipe, entre otros destacados dirigentes políticos y empresariales.

¿Es el PP un partido corrupto, como repiten los sanchistas? Pues, echando la vista atrás, se ve que en el PP hubo personas condenadas por los tribunales, otras a las que se mantuvo en prisión preventiva y unas terceras absueltas. Pero, mirando lo que ahora ocurre, hay un hecho indiscutible: la corrupción en la izquierda alcanza niveles de absoluto sonrojo, y afecta al círculo político y personal del presidente de gobierno. Pero tienen bula. O una mano blanca que interviene para salvarles la cara el mayor tiempo posible, sobre todo en periodo electoral, y se puedan retrasarse los procedimientos hasta que intervengan los jueces.

Esa mano blanca, cuesta escribirlo, suele moverse en el reino de la Fiscalía, para indignación de los miles de fiscales que se toman su trabajo con una honradez profesional ajena a cualquier maniobra. Hasta el punto de ponerse de perfil ante algunas indicaciones y advertencias que les llegan desde arriba: prefieren jugarse el tipo al no tenerlas en cuenta, antes que renunciar a sus principios.

Vivimos semanas con ejemplos de corrupción apabullantes. Obligados a calificarlos como “presuntos” porque es lo que exige el rigor informativo, sorprende en cambio que desde medios afines al gobierno, desde el gobierno mismo y desde la cúpula socialista. Se acuse de corruptos a personas del PP o cercanas al PP cuando aún no han sido juzgados, y se les trate como a delincuentes. Mientras se afilan las navajas contra quienes ponen en duda el comportamiento de dirigentes socialistas, y familiares de dirigentes socialistas, “pillados en falta” al filtrarse contenidos de conversaciones y mensajes más que sospechosos. Además de participar, en fechas clave, en reuniones vinculadas a decisiones más sospechosas todavía.

Noticia de las últimas horas: la Oficina de Conflicto de Intereses archiva la denuncia del PP contra Sánchez por no inhibirse cuando su Gobierno aprobó el rescate millonario de la empresa que patrocina actividades profesionales de su mujer. Se comprenden ahora las ansias de Sánchez de colocar amigos en instituciones y organismos del Estado, una estrategia de “salvad al soldado Ryan” en toda regla. Los corruptos son, siempre, los otros; los socialistas, ejemplo de honradez. Qué bochorno.

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