Opinión

El PP gana... pero pierde

El barómetro del CIS hay que tomarlo como el estado de opinión del momento en el que se realizan las encuestas, pero no indica quién va a ganar las elecciones. Entre otras razones porque las que más importan, las legislativas, no se van a celebrar hasta dentro de año y medio y, en política, un año y medio es un mundo.  

Nadie puede prever qué ocurrirá entonces,  ni siquiera se sabe si Rajoy va a adelantar las elecciones, si va a ser el candidato, o si cualquiera de los partidos nacionales pueden verse en el centro del huracán por asuntos propios que han dado vuelco a situaciones que parecían incuestionables, como las luchas intestinas entre distintas facciones que pelean por el poder, la aparición de casos de corrupción, o el abandono de la primera línea político de dirigentes que hoy son el principal gancho de un partido. Todo eso se ha visto con anterioridad, por eso sería un error considerar el barómetro del CIS como algo más que una pista sobre cómo se respira  estos días, respecto a los partidos y sus candidatos. De hoy. 

Son importantes sin embargo algunos aspectos del CIS: la profesionalidad de quienes analizan las encuestas, que son personales, más rigurosas que  las realizadas por teléfono. Que se trata del primer estudio que se publica después de dos acontecimientos de la máxima relevancia: la activación del 155, la celebración de las elecciones catalanas con su imprevisto resultado –el tirón de Arrimadas, ERC vencida por Junts- , y las tensiones que se viven en el independentismo porque un Puigdemont fugado, con Junqueras en prisión, se niega a entregar los trastos presidenciales.

Lo que recoge claramente el barómetro es el fanatismo independentista, al que no importa la ilegalidad; el premio que recibe Ciudadanos con su estrategia de defender lo que los ciudadanos quieren que defienda el centro derecha, aunque sea inviable;  el castigo a un socialismo de un Pedro Sánchez que no unifica sino que divide internamente el partido y que no acaba de acertar con un mensaje coherente; la bajada de Podemos por la ambigüedad ante el independentismo y el autoritarismo de Pablo Iglesias, y el rechazo al inmovilismo de Rajoy, que pierde votos. Se le agradece la valentía de algunas decisiones, pero se le piden  cambios profundos en el gobierno y en el partido, con personas “quemadas” que merecen el segundo plano mientras deben pasar a primera línea algunos que se mueven en ese segundo plano. Quizá el propio Rajoy tendría que reconsiderar  si sigue siendo el candidato idóneo para las generales.

Los barómetros del CIS sirven para reflexionar sobre estrategias, pero considerarlos un pronóstico de elecciones a casi dos años vista, es un profundo error. Queda mucho camino por recorrer. Incluso si Ciudadanos no diera apoyo a los Presupuestos para provocar un adelanto electoral que favorecería a C's,  sería una maniobra baldía:  los PGE se pueden prorrogar.

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