Opinión

La encrucijada del rey

Este martes, tras finalizar sus audiencias parlamentarias con la que mantendrá con Alberto Núñez Feijóo, el rey estará en disposición de comunicar a la presidenta del Congreso cuál ees l dirigente político que considera adecuado para presentar su candidatura a la Presidencia del Gobierno. El nombre se conocerá por tanto este mismo martes o el miércoles.

Un dilema para el rey, una encrucijada que le obligará a una reflexión profunda sobre las consecuencias de su decisión. 

El artículo 99 de la Constitución no indica que la responsabilidad debe recaer en primer lugar en el ganador de las elecciones, aunque así ha sido hasta ahora, con el caso de Rajoy que declinó la oferta porque no contaba con los votos suficientes para ser elegidos. En esta ocasión Feijóo está falto de apenas 5 votos para alcanzar la mayoría suficiente, mientras que Pedro Sánchez reivindica su derecho a ser el designado porque está seguro de repetir la mayoría que permitió que su candidata, Francina Armengol, fuera elegida presidenta del Congreso.

Nunca como ahora el jefe del Estado se ha enfrentado a una situación tan delicada: quien ganó las elecciones se encuentra en minoría, mientras que Pedro Sánchez se ha visto obligado a aliarse con partidos que quieren romper España y promueven iniciativas dudosamente constitucionales, difícil de aceptar para un rey inequívocamente respetuoso con la ley y con la Constitución, y que por tanto está obligado a aceptar el mandato parlamentario. 

En los últimos días el escenario se ha vuelto aún más inquietante porque Junts solo obedece órdenes de Carles Puigdemont, y aunque ERC es el adversario independentista de Junts, sí promueve los dos puntos que para el expresidente fugado son irrenunciables, amnistía y referéndum de independencia. No hay constitucionalista que acepte hoy ninguna de las dos exigencias, por mucho que simpatizantes de Sánchez lleven días haciendo juegos malabares para ver cómo se puede convertir una amnistía -inconstitucional- en una especie de indulto generoso y selectivo con el que conseguir el voto de los independentistas catalanes.

Sánchez ha declarado que permitirá a Feijóo que intente ser investido presidente. Una más de sus piruetas políticas, las que utilizó para ganar primarias y elecciones, dejando siempre destrozos en el camino. Al aceptar las exigencias de sus aliados, Sánchez ha creado una España irreconocible, con las instituciones controladas por el Gobierno y sus socios dando hachazos a las identidad española. 

El anuncio de Sánchez pretende humillar a Feijóo con una nueva votación insuficiente en la investidura, porque a no ser que consiga apoyos entre diputados socialistas escandalizados por las cesiones de Sánchez -que los hay pero nunca romperán la disciplina de voto- el presidente del PP no podrá ser presidente.

El rey Felipe se encuentra en una situación extremadamente delicada. Se inclinará, como siempre, por la Ley y la Constitución. Pero en este caso partidos ajenos a la Ley y a la Constitución intentarán deshacer España a través de iniciativas parlamentarias promovidas por el nuevo Gobierno.

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