Apostó por la lealtad incondicional y por aceptar nombres que interesaban a Juanma Moreno y Ayuso, y olvidó Feijóo que en un partido con aspiraciones de gobierno se necesita algo más: personas con experiencia en política nacional, nociones de estrategia, conocimiento a fondo de los partidos rivales y de los medios de comunicación y manejo de la hemeroteca, y de la memoria, entre otras cualidades. Y, sobre todo, ser implacables en el ataque al adversario. Killers, capaces de tumbar al rival con una frase demoledora, ponerle ante las cuerdas y pegarle donde más le duele.
Feijóo es un político de experiencia y además es fiable, pero nadie es presidente de gobierno solo con el perfil de buena persona. Un líder debe ser capaz también de dar un grito, deshacerse de quien no da la talla por muy amigo que sea, y buscar no solo a quien se identifique con los principios de su partido, sino que también sepa atacar con saña al contrincante.
Todo eso falta en el PP, y la consecuencia es que ganaron las elecciones del 23 de julio pero se quedaron a mucha distancia de alcanzar el Gobierno. ¿La razón? Que Pedro Sánchez no se pone límites cuando se marca un objetivo, le es igual la legalidad, la Constitución, la moralidad y la viabilidad de sus propuestas y, además intenta humillar a sus contrincantes a través del desprecio y las descalificaciones.
Vio desde el primer momento que el punto flaco de Feijóo era Vox, y toda la campaña del PSOE y de sus socios fue identificar al PP con el partido de Abascal. Feijóo lo negó con palabras, no con hechos. Pero algunos de sus dirigentes regionales, y también miembros de la dirección, protagonizaron hechos que daban la razón a Sánchez. Lo ocurrido al PP está directamente relacionado con los pactos alcanzados con Vox. Ahí estuvieron bien Azcón y López Miras, que los aplazaron a después del 23J. Tienen experiencia y saben de estrategia. Se nota.
Que falta espíritu combativo en el equipo directivo del PP se demuestra con un ejemplo protagonizado por Feijóo: el mejor episodio de la campaña fue su cuerpo a cuerpo con Sánchez, al que dejó temblando precisamente porque le dio -dialécticamente- hasta en el carnet de identidad.
Media España está aterrada con lo que nos espera, jamás pudimos pensar que un presidente español aceptaría el chantaje de un fugado de la Justicia y no moviera un músculo cuando el mismo día que se inauguraba el Congreso se escucharan declaraciones contrarias a la ley y a la Constitución. Y muchas mentiras. Nos espera, si no se remedia, un Gobierno que nos hará sufrir y a muchos nos llenará de vergüenza.
Hay quien se duele de que Feijóo no haya utilizado toda la artillería pesada contra el sanchismo. No la utilizó porque parte de su equipo está falto de experiencia… y del brío necesario para machacar al contrario.
