Opinión

Un gobierno que presume de limpio

No porque lo pida el PP, sino porque no se puede sostener que Francine Armengol continúe al frente del Congreso de los Diputados. No porque lo pida el PP puede pertrecharse Pedro Sánchez en mantener una posición indefendible; esto no va de ofrecer o no ofrecer un triunfo al principal partido de la oposición, sino de demostrar que el PSOE es efectivamente un partido que se mantiene firme ante la corrupción, que es de lo que presume Pedro Sánchez desde que accedió al Gobierno a través de una moción de censura por la presunta corrupción de Mariano Rajoy. Y en este caso hay que decir presunta con todas las letras, porque no se mantuvo la causa contra él.

Si la actuación de Armengol la hubiera tenido una dirigente del PP, el PSOE habría sido el primero en pedir el cese inmediato. Por mediación de un asesor-guardaespaldas y hombre de confianza de un ministro, Armengol gastó más de 2 millones de euros en mascarillas inservibles. Firmó que eran inservibles para uso sanitario, pero no exigió la devolución del dinero -público- hasta que perdió el cargo de presidenta del Gobierno balear, para dejarle la responsabilidad a su sucesora. Más a más, la empresa de su pareja, con apenas actividad, logró un contrato de unos 4 millones de euros con el gobierno Armengol. ¿No debe ser cesada?

Pero no solo Armengol provoca escándalo. No hay día que no aparezca un nuevo caso de malversación o negocio con ministerios o gobiernos regionales socialistas, por no mencionar que la mujer del presidente de Gobierno, además de ocupar un cargo en las Complutense para el que se exigía ser catedrático y no lo era, recibió una oferta del Instituto de Empresa para dirigir un departamento que, se sabe ahora, estaba patrocinado por Air Europa-Globalia… que fue rescatada por el Gobierno tras mantener los responsables del patrocinio varias reuniones con Begoña Gómez precisamente cuando el Gobierno estaba decidiendo sobre qué empresas podían ser rescatadas y con cuánto dinero.

Si todo esto no es corrupción… La reacción de Moncloa y Ferraz es acusar a la oposición -política y periodística- de una campaña contra el Gobierno. Efectivamente hay oposición de algunos medios de comunicación, hartos de acuerdos miserables con prófugos de la justicia, hartos de engaños y mentiras y hartos de presuntas corruptelas que no son presuntas sino corrupción en toda regla. Y que alcanzan al círculo más próximo al presidente de Gobierno. Pero esos periodistas contrarios al sanchismo no son nada comparados con los que por convicción o por conveniencia, jalean al presidente y a todo su equipo, mirando para otro lado cuando los indicios de corrupción se convierten en pruebas.

Sí. Francine Armengol debe ser cesada. Que la tercera autoridad del Estado esté bajo sospecha, o más que sospecha, no es admisible. Pero no es la única persona que debe ir poniéndose ya en la cola de los cesados. Que no vuelva a presumir Sánchez de su lucha implacable contra los corruptos.

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