Opinión

La incertidumbre marca los comicios

Pocas veces se han vivido unas elecciones en España con menos seguridad sobre quién va a gobernar los próximos años, pese a que parece claro quién va a ganar

Día de reflexión no solo para los candidatos que podrán recuperar a la familia perdida durante el último mes, sino también para los ciudadanos, que ya conocen los proyectos de los candidatos, han tenido oportunidad de seguir sus declaraciones, sus debates, e incluso verlos en directo en alguno de los mítines.

Quien ha querido estar informado lo está, aunque también los hay que pasan de seguir la actualidad y prefieren dar su confianza a quien les cae bien, más allá de lo que defiendan o quieran hacer con España. Pero candidatos y medios de comunicación han hecho los deberes y no hay español que no sepa qué representa cada partido, cada candidato, y pueda decidir su voto con todos los datos necesarios en su mano. La suerte está echada, solo queda esperar el resultado de las urnas, que es la única encuesta definitiva.

Feijóo tiene todas las papeletas para ser el nuevo presidente, pero necesita conseguir aliados que respalden su proyecto y le cedan los escaños necesarios para salvar la investidura

Pocas veces se ha ido a unas elecciones en España con la seguridad de quién va a ser el ganador. Pero pocas veces se la ha ido a unas elecciones en España con menos seguridad sobre quién va a gobernar los próximos años.

Feijóo tiene todas las papeletas para ser el nuevo presidente, pero necesita conseguir aliados que respalden su proyecto y le cedan los escaños necesarios para salvar la investidura. Al menos, en la segunda votación, porque ya no será necesaria la mayoría absoluta en el Congreso, sino que vale con tener más votos que su adversario. Si se da esa situación, será fundamental la decisión de Vox.

Feijóo no critica especialmente a Abascal, al que conoce porque toda la carrera del líder de Vox se ha desarrollado en el PP; pero sí ha explicitado Feijóo que su posición adversa hacia Vox se centra sobre todo en lo que defienden algunos de los compañeros de partido de Abascal

A Feijóo no le gusta Vox. No es una percepción, sino una certeza, se ha ocupado de decirlo en todas y cada una de las ocasiones en las que se le ha preguntado. Siempre responde lo mismo; su aspiración, si gana, es gobernar sin ministros que no hayan sido elegidos por él, no quiere Gobierno de coalición. Pero además ha reiterado de forma explícita que son muchas e importantes las cuestiones programáticas que le separan de Vox.

En los últimos días, ha lanzado un mensaje que entienden muy bien los que conocen el funcionamiento del partido de extrema derecha: Feijóo no critica especialmente a Abascal, al que conoce porque toda la carrera del líder de Vox se ha desarrollado en el PP; pero sí ha explicitado Feijóo que su posición adversa hacia Vox se centra sobre todo en lo que defienden algunos de los compañeros de partido de Abascal. No ha hecho falta pronunciar nombres: en el propio Vox se vive una situación tensa por el poder de personas como Jorge Buxadé y Kiko Méndez-Monasterio, que ningunean a algunas de las personas más válidas del partido. Aunque es indudable que lo han hecho con el visto bueno de Abascal.

Este último tuvo su gran oportunidad de poner en valor un partido al que los sondeos advierten que perderá un número considerable de votos y, por tanto, de escaños respecto a las elecciones anteriores. Esa oportunidad se produjo cuando RTVE invitó a un debate a Sánchez, Feijóo, Abascal y Díaz, pero Feijóo se negó a ir porque consideraba que debían acudir también PNV, Bildu y ERC, que además de su importancia parlamentaria han sido socios del último Gobierno.

Abascal quedaba, por tanto, como único candidato de la derecha, pero se dejó vencer por Sánchez y Yolanda Díaz no solo porque lo presentaron como acólito de Feijóo sino porque solo trataron los asuntos más polémicos de Vox, los que provocan mayor rechazo social en las filas del centro derecha. Y Abascal no supo ponerlos en valor. Probablemente porque él mismo sabe que hay propuestas de su partido que son absolutamente inaceptables para la derecha democrática.

El equipo electoral de Sánchez confiaba en que el debate de RTVE podría suponer el “olvido” del cara a cara con Feijóo y presentar a un presidente de Gobierno con ganas de seguir defendiendo los intereses españoles en un próximo mandato

Ese debate también era una prueba de fuego para Pedro Sánchez. Para sorpresa de casi todo el mundo, en el único cara a cara que mantuvo con Alberto Núñez Feijóo el presidente del PP le ganó sobradamente, no por los puntos. Lo reconocieron abiertamente incluso los medios afines al PSOE y al Gobierno, y los estrategas de Sánchez hicieron cambios en su campaña: menos mítines y más entrevistas en televisión y radio … estrategia que volvieron a cambiar la última semana cuando les alertaron de que en una docena de provincias, las que se juegan menos de 5 escaños en el Congreso, la ley D’Hont favorece a los partidos grandes. Eso significaba que los votos de Vox y Sumar decidirían si el último escaño sería para PSOE o PP. No para Vox o Sumar. Una situación que el PP había tenido en cuenta desde antes de empezar oficialmente la campaña, y de hecho Feijóo, además de docenas de entrevistas en prensa, radio y televisión, ha recorrido España de lado a lado, grandes y pequeñas provincias, precisamente peleando por “el último escaño”.

Pues bien, además del cambio de estrategia en la última semana, el equipo electoral de Sánchez confiaba en que el debate de RTVE podría suponer el “olvido” del cara a cara con Feijóo y presentar a un presidente de Gobierno con ganas de seguir defendiendo los intereses españoles en un próximo mandato. No salió bien. Sánchez se dedicó más a promover la figura de Yolanda Díaz, a la que presentó como el socio en el que confiar en un nuevo Gobierno, que en defender su propio proyecto. Con el resultado de que el debate lo ganó Yolanda Díaz, que sí aprovechó la oportunidad que se le presentaba para ser la tercera fuerza el día 23, por encima de Vox.

GANAR LA INVESTIDURA

El PSOE se ha pasado toda la campaña identificando al PP con Vox, y Feijóo, más que otros candidatos de su partido, se ha pasado toda la campaña diciendo que el PP no es Vox. En el último tramo, el PSOE ha centrado sus ataques en la polémica fotografía de Feijóo con el narcotraficante Marcial Dorado, que Feijóo estaba seguro de que iba a aparecer. Con una novedad que aportó Feijóo el último día durante una entrevista con Carlos Herrera: en ese encuentro con Dorado, hace 30 años, él sabía que “había sido contrabandista”, sin ninguna relación con el narcotráfico. Arriesgada confesión. Para muchos españoles contrabandista puede ser lo mismo que narcotraficante. Habrá que ver si el presidente del PP ha sabido calibrar las consecuencias de su declaración.

El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, ha declarado que su partido no votaría en ningún caso al PP, pero Ortúzar, el presidente del PNV y que es quien decide, no se cierra a esa posibilidad

El presidente del PP que está seguro de ganar, pero no tanto de alcanzar lo que le indican algunas fuentes. Es probablemente el dirigente del PP más moderado en su optimismo, y le preocupa que presumir tanto de altas expectativas pueda convertir un triunfo rotundo en un fracaso.

Su objetivo es alcanzar más escaños que la suma de la izquierda, lo que le permitiría llegar a algún acuerdo con partidos regionales y esperar que Vox se abstenga en la investidura, porque así tendría suficientes votos para aprobar la investidura en segunda convocatoria. En Vox dicen que no se abstendrán, que quieren formar parte del Gobierno; pero parece dudoso de que si Feijóo, en caso de ganar, insiste en huir de la coalición, Vox vote entonces en contra del PP, porque supondría votar a favor del PSOE y que Sánchez continuara como presidente de Gobierno. Pero los caminos de la política son inescrutables, y los de Vox más que los de cualquier otro partido.

El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, ha declarado que su partido no votaría en ningún caso al PP, pero Ortúzar, el presidente del PNV y que es quien decide, no se cierra a esa posibilidad. Urkullu, con magnífica relación con Feijóo, también podría admitir un apoyo a la investidura de Feijóo, pero no está en su mano sino en la del presidente de su partido. Es decir, si Feijóo se acerca a los 160 escaños podría gobernar, pero … Hay que acercarse, y que Vox se abstenga.

El día 23 se celebran las elecciones, pero para gobernar, tanto Sánchez como Feijóo, tienen que trabajarse mucho las negociaciones posteriores si no hay una diferencia de escaños entre el primer y el segundo partido. El mes de agosto va a ser de infarto.

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