Este martes, salvo sorpresas de última hora, que parece que no las va a haber, Manuel Valls anunciará su candidatura a la alcaldía de Barcelona. La sorpresa es que no lo hará como candidato de Ciudadanos, sino de una plataforma que él mismo ha calificado de centro izquierda en la que el adversario será todo aquel que defienda la causa independentista.
En Ciudadanos, que estaban convencidos de que Valls sería candidato de su partido si finalmente optaba por la alcaldía de Barcelona, de primeras no ocultaron su decepción, pero a continuación advirtieron que Valls contaría con su apoyo para que su plataforma fuera transversal y lo más amplia posible. Villegas, número dos del partido, sí daba alguna pista sobre la contrariedad con que se vivía la situación al declarar que Ciudadanos no tenía nada que ver con la organización del acto de Valls, que lo había preparado Valls personalmente. Queda por despejar la incógnita de si Ciudadanos se conformará con ser parte de la plataforma renunciando a sus siglas y a presentar candidatura propia, lo que en principio parece que va a ser; aunque si Valls se escorara excesivamente a la izquierda –no hay que olvidar su biografía socialista- no es descartable que C´s decidiera en el último momento apartarse de la plataforma para no perder su identidad.
A pesar de la aceptación de los hechos, que a C´s se los han dado como cerrados, es innegable que la plataforma no era la idea que tenía Rivera, que lleva meses presentando a Valls como candidato de su partido. El ex primer ministro francés sin embargo nunca dijo que fuera de Ciudadanos, y en la infinidad de entrevistas que ha mantenido con personajes de la vida pública catalana y no catalana, sobre todo con empresarios
–necesita financiación-, se presentó siempre como independiente. De hecho, las primeras invitaciones que recibió para participar en actos anti independentistas, que aceptó, no procedieron de Ciudadanos, sino de Sociedad Civil Catalana. La aproximación de Rivera se produjo cuando el líder de C´s vio la aceptación con la que eran acogidas sus intervenciones en la ciudad en la que nació, Barcelona, aunque se considera francés pues fue en el país vecino donde vivió desde que su padre se instaló en París. Sin embargo nunca perdió la relación con Barcelona a lo largo de los años.
La decisión de Valls ha desconcertado en Francia, pero también en España. Preocupa a los partidos independentistas, aunque públicamente no lo reconocen: es indudable que tener como candidato a un ex primer ministro francés y ex ministro de Interior, de centro izquierda, con experiencia de gestión de gobierno central y municipal –ha sido alcalde de Ivry, una comuna parisina de 55 mil habitantes durante ocho años- y al que apoyarían sin complejo tanto el PP como el PSC si así se arrebatase la alcaldía a Ada Colau, no es una buena noticia para los secesionistas.