Opinión

Mato estuvo en el debate parlamentario

Estuvo Ana Mato en el debate sobre corrupción que se desarrolló ayer en el Congreso de los Diputados, aunque su escaño aparecía vacío. La ministra dimisionaria fue el personaje más nombrado, y se comprende que el día anterior el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y ella llegaran a un acuerdo sobre su dimisión porque si la pusieron de vuelta y media sin ser ya ministra, si hubiera estado físicamente presente probablemente Rajoy ni siquiera habría tenido oportunidad de presentar su lista con las propuestas para luchar contra la lacra de la corrupción: la bancada de la oposición le habrían interrumpido a gritos.

Rajoy no ha demostrado hasta ahora la energía suficiente para tomar decisiones drásticas e inmediatas, pero hay que decir en su favor que su intervención de este jueves ha estado a la altura de lo que se esperaba de él: pidió perdón, se puso del lado de los ciudadanos indignados por tanta corrupción cuando ellos soportaban una crisis tan dura, propuso un pacto amplio y negociado con la oposición para detener esa lacra, e insistió en que la clase política no es corrupta en términos generales, aunque los casos de corrupción contaminan a todos cuanto se dedican a la cosa pública. 

Sus medidas, o al menos gran parte de ellas, son las que demanda la sociedad. De hecho, varias han sido propuestas por los socialistas en los meses últimos, por lo que no se comprendería que Pedro Sánchez no aceptara siquiera negociarlas, como ha dicho. Ojalá no sea más que un “calentón” y autorice las conversaciones entre su gente y la gente del PP, porque hace falta meter mano a los corruptos, incrementar los mecanismos de control y de transparencia y ser implacables con quienes cometen delito.

Pedro Sánchez fue muy duro con Rajoy e hizo bien, porque en el PP ha habido casos clamorosos de corrupción a los que no se ha dado respuesta diligente. Pero también ha habido casos graves en el PSOE. Por tanto, tras arremeter contra Rajoy y el Partido Popular, que es lo que le corresponde, haría bien en expresar después su disposición a elaborar leyes y normas que erradiquen de una vez situaciones que llenan de vergüenza a todos los españoles. Una buena oposición pasa también por arrimar el hombro con el gobierno cuando toma medidas efectivas para tratar de solucionar un problema. Y algunas de las medidas anunciadas en el pleno parlamentario son de una necesidad urgente.

El secretario general de los socialistas además tenía problemas en casa: el exministro de Trabajo Valeriano Gómez anunciaba que abandonaba el escaño del Congreso de los Diptuados. Asegura que no tiene nada que ver con su contrariedad –reconocida- por la decisión de Pedro Sánchez de proponer la abolición del polémico artículo 135 de la Constitución. No cuela: Gómez se va por eso. Y es que, mal que le pese a Sánchez, algunos veteranos de su partido no las tienen todas consigo: creen que el secretario general busca más el titular de izquierdas que adoptar posiciones propias de un hombre de Estado.

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