Opinión

El ridículo más grande de la historia

Lo ha dicho Pilar Rahola en una entrevista radiofónica: Cataluña está viviendo el ridículo más grande de su historia.  En boca de una independentista como Rahola, miembro del consejo asesor que creó Artur Mas para marcar la ruta hacia la secesión, y tertuliana que ha defendido al todavía presidente de la Generalitat por Tierra, Mar y Aire, es como para hacérselo mirar, sobre todo porque su comentario lo acompaña con un sonoro “tenemos una mierda de políticos” que no iba dedicado a aquellos contra los que tira dardos desde tiempos inmemoriales, sino contra los suyos.


Pilar Rahola no es la política más prestigiosa de Cataluña, su verbo es brillante pero ha dado tantos bandazos que es difícil respetarla ideológicamente. Pero sus declaraciones son  muestra de un estado de saciedad, estupor e indignación que  debería hacer reflexionar a Mas, Baños, Forcadell, Junqueras y sus ad lateres. Cuentan con dos millones de votos que respaldan su proyecto –tampoco son tantos, Cataluña tiene una población de 7,5 millones de habitantes- pero el espectáculo que están dando con su rebeldía y la insumisión, escandaliza a los catalanes de orden, que son mayoría incluso entre los independentistas,  y que ven que la imagen de pueblo serio, trabajador, riguroso y culto se viene abajo ante unos dirigentes que se pelean por el poder y que a cada día que pasa, a cada hora, dan nuevos motivos para sentir desafecto hacia los que abanderan un proyecto que no cuenta con el respaldo necesario. 
Por no contar con ese respaldo, han entrado en una deriva demencial, donde nadie parece contar con un ápice de sentido común. 


Artur Mas, presidente en funciones, está desaparecido y cuentan los suyos que dedica su tiempo a tratar de convencer a la CUP para que le permita seguir siendo presidente. Junqueras por su parte prefiere no aparecer en público, a la espera de que Mas se descalabre definitivamente. Los consejeros de la Generalitat en funciones andan a tortas porque comprenden que la  ilegalidad  les cubre de oprobio. En cuando a la CUP,  con un número ridículo de diputados -10 de 135-, saca pecho porque Forcadell ha conseguido ser presidenta del Parlament –Mas accede a cualquier cosa con tal de lograr esos preciados votos para su investidura-  y presume de que le importan un bledo las leyes, la Constitución  y el reglamento del parlamento catalán.
Se comprende el cabreo de Rahola, que sería de elogiar si no fuera porque ella es parte inductora de la situación.


El lunes nueve se va a producir un nuevo acontecimiento: la elección del nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, que Fordacell quiere que coincida con un paso más hacia el independentismo. Atentos porque, independiente de la gravedad de la situación - afortunadamente Partido Popular, PSOE y Ciudadanos actúan sincronizados- se puede producir  alguna escena más que abunde en el ridículo clamoroso  en el que han caído Junts pel Sí y la CUP.

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