Opinión

Los silencios de Pedro Sánchez

Con media España haciéndose mil preguntas y la otra media tratando de despejar sus dudas sobre qué les-nos depara el futuro, el presidente del Gobierno ha optado por dar la callada por respuesta. 

Los silencios de Sánchez tratan de no provocar más problemas de los que hoy se plantea la izquierda a la hora de tomar decisiones sobre la investidura de Feijóo o la de Sánchez, uno cree que tiene derecho a intentarlo porque ganó las elecciones y otro que el derecho es suyo porque cuenta con más apoyos parlamentarios. De momento. Pero mientras Feijóo afirma que peleará por conseguir el Gobierno y que si Sánchez es presidente se dedicará a fondo a ser líder de la oposición, Pedro Sánchez calla como un muerto. Nada sobre su investidura, tampoco sobre conversaciones con otros partidos, si accederá a las exigencias de Puigdemont de promover una amnistía -inconstitucional- y un referendum -también inconstitucional-, y si ha puesto a trabajar a sus expertos jurídicos para que estudien si hay manera de que acceder al chantaje del huido a Waterloo se pueda disfrazar para que parezca legal. 

No puede sorprender el comportamiento de Pedro Sánchez. Se ha pasado la legislatura trampeando, recurriendo al decreto ley cuando no le salían las cuentas y forzando a las instituciones pertinentes para que hicieran una interpretación favorable de sus iniciativas.

Nadie sabe qué pasa por la cabeza presidencial. Para no ser preguntado, ni siquiera acudirá al tradicional despacho con el rey en Mallorca. Explican en Moncloa que no es apropiado porque Sánchez se encuentra en funciones, pero bien que fue a Marivent hace cuatro veranos cuando también estaba en funciones. A Sánchez le gusta hacer lo que quiere hacer. Si no es legal retuerce las cosas para que lo parezca legal, y si es inconstitucional cambia un calificativo o un verbo a ver si cuela. Pero en ningún caso renuncia a lo que le conviene.

Ha decidido callar y nos quedamos con las ganas de saber cómo va a ser el futuro, porque la última palabra la tiene Sánchez. El decide si va o no a la investidura, decide si da luz verde a lo que exigen Puigdemont y quienes no son Puigdemont, decide cuándo empieza las negociaciones en función de sus fechas de vacaciones, decide si va a hablar con Feijóo o no, si las negociaciones con los independentistas las lleva Salvador Illa -el gran triunfador socialista la semana pasada- o Patxi López, al que ha encargado que busque los votos para la investidura. Y decide también si bloquea cualquier intento de Feijóo de ser presidente y convoca nuevas elecciones. 

Lo que no puede evitar es la rebelión que se vislumbra en Podemos, le será difícil neutralizar a Iglesias, Belarra y Montero: han advertido que son los dirigentes de Podemos, no Yolanda Díaz, los que indicarán a sus 5 diputados qué deben hacer en cada votación. Un motivo de inquietud para Pedro Sánchez.

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