Opinión

Toca desfilar

Esta semana de desfile nacional nos pone sobre la mesa lo difícil que les resulta a algunos marcar el paso. Es sabido que el soldado distraído siempre se olvida de los movimientos y las instrucciones, lo que lo lleva a perderse en la formación o equivocarse constantemente de posición o de marcha generando confusión y risas. El cine se ha aprovechado de esto para hacernos reír, y a veces hasta para hacernos llorar. “El sargento de hierro” (1986) dirigida por Clint Eastwood, está al lado de otros ejemplos que son comedia, como “Tropic Thunder” (2008), “Los locos de Cannonball” o “El sargento Bilko” (1996). 

Está también el soldado descoordinado por naturaleza, ese que tiene dificultades para mantener el ritmo y la sincronización con el resto de la formación. El soldado torpe es una categoría por sí misma, aunque muchas veces aúne las anteriores. En esta clasificación están quienes presentan propensión a tropezar, caerse o chocar provocando momentos cómicos de desorden en la formación. Todos los grupos habitan en el pelotón de los torpes, si nos agarramos al calificativo del servicio militar obligatorio, abolido en el 2001 y que dejó paso a un sistema de voluntariado para ingresar a las Fuerzas Armadas. 

En el ámbito militar se brinda capacitación y apoyo para que todos puedan aprender y mejorar sus habilidades de desfile. No solo se trata de mostrar destrezas individuales sino también trabajo en equipo, cohesión y disciplina del grupo. Todos los soldados, independientemente de sus cualidades individuales, contribuyen a la imagen de unidad y fuerza que se busca. 

Los desfiles han existido desde tiempos antiguos y han desempeñado diferentes roles en la historia de la humanidad, desde el carácter religioso y militar de la antigüedad celebrando las victorias en batalla o las procesiones religiosas en honor a los dioses. El carácter más suntuoso y teatral lo tuvieron durante el Renacimiento, con cortes reales y nobles que los organizaban para mostrar su poder y riqueza. Se hicieron más comunes en los siglos XVIII y XIX con las naciones europeas en constante conflicto y mostrando el poderío militar del país. En el siglo XX reflejaron una forma de expresión cultural y política celebrando el Día de Acción de Gracias, el Día de la Independencia o protestas y manifestaciones políticas a favor de causas como el orgullo LGBTQ+. 

Aunque España ya no es la gran potencia militar que fue en la antigüedad, nuestras Fuerzas Armadas siguen manteniéndose entre los ejércitos más potentes del mundo. Así lo ha afirmado el ránking que elabora Global Fire Power, una consultora especializada en temas de defensa que cada año realiza un listado del poder militar de los diferentes países del mundo. El portal hizo una recopilación de 145 países en el que España ocupa el puesto 21, dos puestos por detrás de la posición alcanzada en 2022.

El equipamiento y las capacidades militares no importan al espectador del desfile del 12 de octubre en Madrid. La emoción llega todos los años desde el cielo por la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire al poner en tierra la bandera española. Este 2023 por primera vez el despliegue lo realiza una mujer, la cabo Mari Carmen Gómez Hurtado. El disputado símbolo entre los distintos partidos llega, de nuevo, reivindicando que su origen se remonta a Carlos III (1759-1788) que fue quien decidió dar color para evitar confusiones entre los buques de guerra. Lo difícil que les resulta a algunos marcar el paso.

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