Opinión

Aromas de misura

Lo bueno de nuestra generación, sí, esa de los viejos, los yayos, los niños de la posguerra, la de los principios fundamentales del movimiento que dios me perdone, la de las clarividencias, la infalibilidad, la fe de creer en lo que no vemos, los diez mandamientos, las once mil vírgenes, las ánimas benditas, los santos inocentes y el limbo de los justos, es que, al no haber internet, ni por tanto, Google, no sabíamos muchas veces lo que nos decían exactamente los mensajes que recibíamos ni de donde venían las cosas, excepto los niños que, eso sí, sabíamos que los traía la cigüeña, creo que de París, pero éramos felices, mira tú, por eso no teníamos ningún problema en cantar aquella canción de la peruana Chabuca Granda sin saber exactamente lo que decía su letra, ni lo que era lisura, misura, mistura o algo parecido, pero cantábamos, oiga Vd., mientras la vida seguía su curso como si tal.

“Jazmines en el pelo y rosas en la cara
airosa caminaba la flor de la canela
derramaba lisura y a su paso dejaba
aroma de mistura que en el pecho llevaba”


Sin entrar en detalles, que era en lo que se basaba el sistema, y como en tantas otras cosas, sin saber nunca como se derramaba lisura y a qué olía aquel aroma de mistura, se nos ha ido pasando la niñez, la juventud y la vida y seguíamos cantando, tú, increíble, y lo mismo nos daba la “flor de la canela”, que “espérame en el cielo” “están clavadas dos cruces” , o los “angelitos negros” de Machín, como las “oliñas veñen”, o “a saia da Carolina ten un lagarto pintado”, porque nos gustaban, estábamos contentos y es que además, éramos románticos, creíamos en las flores y en las olas, aunque éramos del interior y no las había, las olas, las flores sí, pero creíamos en todo, tío, y veíamos a la Carolina con la saya, (aún no había llegado la minifalda) y su lagarto pintado, aunque era raro, raro, pero éramos así, creídos, ingenuos, dóciles y obedientes, excepto en el desaparecido colegio Bóveda de la alameda del crucero, donde éramos un poco cafres y le plantábamos fuego en la clase de Don Luis Acuña, de Don Raúl, o Don Luis Ogando, y seguíamos cantando, y si tocaba, nos arrancábamos con el “cara el sol” y nos creíamos, porque estábamos muy predispuestos a creer en todo, tía, que de verdad, volvería a reír la primavera con sus banderas victoriosas, al paso alegre de la paz y que en España empezaba a amanecer... aunque pasado el tiempo, mucho tiempo, ya no nos fiamos de la primavera, no sabemos muy bien a quien hemos vencido, ni si de verdad caminamos alegres o cabreados hacia la paz, y hasta ya empezamos a dudar, de que realmente haya amanecido algún día.

Por eso ahora estamos preparados para seguir cubriendo las etapas que nos puedan quedar en esta carrera de la vida, sin entender demasiado, aunque tengamos internet, lo que nos quieren decir los predicadores de hoy, los intransigentes de hoy, los fanáticos de hoy, los caudillos de hoy, con los sermones de siempre, porque muchas veces ya no sabemos si el que está hablando es Santiago Carrillo, Franco. ¡Españoles! El Campesino, Blas Piñar, ¡Viva Cristo Rey!, José Antonio, la Pasionaria, ¡No pasarán! etc., o estamos escuchando los mensajes cansinos, previsibles, monótonos, y repetitivos hasta la saciedad, de nuestros actuales líderes políticos que, cada uno por su lado, nos explican, una y otra vez vez, que sin ellos todo es caos, sin sus programas, el desastre, es decir, como ayer, como siempre. Y nos quieren seguir enviando publicidad. No, por favor. ¡Jesús, Jesús!

Gracias a las nuevas tecnologías he descubierto, a mis años, que lisura, viene de liso, “igualdad en la superficie”, lo que acaba con todo el encanto y romanticismo que me inspiraba esta canción, mistura, es mezcla, simplemente, de mezclar, el aroma vendrá entonces de lo que mezcles, si son flores, bien, si es otra cosa, ya me contarás. Mejor que el himno nacional no tenga letra. “Déjame que te cuente limeño, déjame que te diga la gloria...”

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