Opinión

Hagas lo que hagas, estamos contigo

En la rueda de prensa que dio el exministro Ábalos, el día que anunció su decisión de no entregar su acta de diputado que le exigía el partido socialista, dijo muchas cosas, entre ellas no recuerdo que hubiera alguna con intención de pedir disculpas, no digamos ya de pedir perdón, que sería lo mínimo que procedería en casos como este donde, como mínimo, hay una clara evidencia de irregularidad, negligencia y chapuza en sus actuaciones, cuando no de llevárselo crudo, directamente. 

Qué lejos está toda esta gente que hemos elegido para que nos represente ante las instituciones del comportamiento habitual de cualquier ciudadano, que lo primero que hace ante cualquier incidente o renuncia es pedir perdón, disculparse o, por lo menos, decir un lo siento, aunque sea un poco forzado. Nada, nada, aquí todo se hace bien, nadie pide disculpas, todos y todas igual, a piñón fijo, sin cortarse, siguiendo las instrucciones, lo que en el lenguaje de la calle conocemos con aquella antigua expresión de “echarle mucha cara”. Además, les daba vergüenza, se escondían, apenas salían a la calle; ahora no, ahora van sobrados, pero sin Obispo. (Aclaración: cerca de Ourense hay un pueblo que se llama Sobrado del Obispo, disculpen el chistito, pero son los únicos que pueden ir sobrados de verdad, sin que tengan, tengamos, porque Bentraces es de la parroquia, que dar explicaciones).

Recuerdo en especial sus palabras diciendo que había recibido muchos mensajes de antiguos compañeros del partido socialista diciéndole que estarían siempre a su lado, hiciera lo que hiciera, lo cual demuestra el punto al que hemos llegado de sectarismo, fanatismo y cinismo. Nos lleva a pensar que esto no tiene arreglo, porque si hay alguna forma de salir de toda esta mierda es empezando por reconocer que no hemos actuado bien, que nos hemos equivocado, con una intención o con otra, con ánimo de lucro o porque no hemos sabido hacerlo mejor; pero de esta forma, con tanta cara, con tanto desparpajo, con tanta chulería, no hay manera.

Qué lejos está toda esta gente de los ciudadanos que los hemos elegido. ¡Qué diferentes son sus empresas-chiringuitos mafiosos que tienen más cuentas bancarias que trabajadores, de las de los pobres autónomos que lo primero que hacen es contratar ayudantes! ¡Qué gran diferencia de estas sociedades fantasma que pasan de no facturar un duro, a conseguir contratos amañados que les proporcionan cifras millonarias en poco tiempo! ¡Qué gran diferencia con la empresa del clásico autónomo emprendedor que se le ocurre montar un bar, una frutería o un taller de costura o de cerrajería! ¡Qué diferencia en los controles e inspecciones habituales de la Administración con las empresas... llamemos “convencionales”, con su actuación con estas mafiosas, que han podido pasar tranquilamente cuatro años, a pesar de las denuncias, sin que hubiera actuación alguna de oficio de las autoridades! Por lo menos, en el caso de la empresa del hermano de la sra. Ayuso han sido más rápidos.

Lo peor de todo esto es el escándalo, el mal ejemplo. ¿Quién va a atreverse a crear una empresa sin el amparo de esta gente que te va a llamar explotador, que te va a decir lo que tienes que ganar, las horas que se pueden trabajar, los productos que se pueden cosechar o los animales con los que puedes operar? ¿Quién va a montar una constructora sin que tenga los contactos en el ministerio que le pueda adjudicar una variante de ferrocarril tan absurda como la de Ourense a Vigo por Cerdedo, en detrimento del camino, llamemos natural y habitado, por el valle del Miño, que nos comunicaría además con el Norte de Portugal? ¿No será que lo más importante no sea la comunicación entre los ciudadanos, sino el poder facturar la friolera de los más de 2.200 millones que sin rubor alguno tienen presupuestado, en contraste de los pocos más de 500 designados para la adecuación del trazado actual entre Ourense y Lugo, algo parecido a lo que habría que hacer en el trazado entre Ourense y Guillarey, donde enlazaría con el AVE portugués entre Oporto y Vigo? ¿Es que ya nos hemos vuelto locos del todo y contagiado de los negocios chantajísticos de las mascarillas? 

A medida en que le pongamos controles y dificultades a la iniciativa privada -que, por supuesto, son necesarios pero, como siempre, con sabiduría-, proliferarán como hongos las empresas, más bien mafiosos chiringuitos, “protegidos” por los Koldos de turno.

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