Opinión

Insistir en el error

Esto viene de fábrica, es un defecto de fabricación, decimos cuando una máquina tiene un fallo de origen que no se corrige, una y otra vez se estropea y nos resignamos a sufrir las consecuencias que ese mal funcionamiento nos ocasiona. Ya sabemos que todo este tinglado de la creación se organizó en siete días, no debemos sorprendernos de sus resultados, pasa lo que pasa. Y al séptimo día descansó, con todos los respetos y solicitud de perdones; pues no, la cosa no está para descansar precisamente, habría que seguir trabajando y tratar de lograr un mundo un poco mejor, sin tantos defectos, errores ni chapuzas, sin tantas penas, desgracias ni sufrimientos, sin tantas guerras ni tantas muertes, pero es lo que hay.

Dentro de los defectos que nos han adjudicados a los humanos (a las humanas también, pero tendremos que reconocer que en mucho menor escala, se equivocan menos, ¿verdad?) está el error; como dicen en la bolsa, ya lo tendríamos que dar por descontado. “Errare humanum est”, “el que tiene boca se equivoca” y dichos por el estilo demuestran que esto del error viene de lejos. Podemos decir que es algo natural, que nos equivocamos con frecuencia, por lo que no nos debiéramos sorprender. Lo único que podemos hacer es tratar de corregirlos, no repetirlos una y otra vez, insistir en ellos. Pero se conoce que esto también lo tiene previsto la naturaleza, el destino o el /la que mande.

Donde más se notan los errores es en la política, porque las consecuencias de esas equivocaciones afectan a muchos ciudadanos; por eso no es de extrañar que el sr. Feijóo, al “felicitar” a Pedro Sánchez por su investidura, le dijera que había cometido un error. Sin duda, es un error, al menos en la forma de lograrlo, el mismo que cometieron el sr. Feijóo y sus socios que evitaron que él hubiera sido el investido presidente.

Pero las consecuencias de los errores también las sufrimos en otros ámbitos, ya sea a nivel particular -todos los días, creo que no hace falta poner ejemplos- o cuando pueda afectar a un numerosos colectivo. Recientemente leo en varios medios de prensa gallega las declaraciones que hace ADIF (Renfe) en relación con las obras de la variante del AVE en Ourense (con un túnel desorientado que visitaron con beneplácito las autoridades); leo textualmente: “El proyecto del último tramo de la alta velocidad de Galicia está totalmente desfasado”. 

No es que esté totalmente desfasado, señores de ADIF, es que es un error, simplemente, que llevamos sufriendo desde hace ya muchos años, un esperpéntico disparate enfrentado a las más elementales leyes de la física y del sentido común, empeñado en querer convencernos de que recorriendo más quilómetros, con más curvas, más túneles y un nuevo puente nada menos que sobre el río Miño, llegamos antes.

Un despropósito solo comparable al que ya parece que está totalmente olvidado, gracias a Dios, proyecto de llevar el tren de Ourense a Vigo por Cerdedo, cuando lo único que hay que hacer es adecuar el actual trayecto -que está igual que en el siglo XIX- a los estándares de nuestro tiempo, suprimiendo curvas con los túneles y viaductos de hoy, en esos poco más de cincuenta kilómetros que separan Ourense de Guillarey, donde enlazaría con el AVE portugués de Oporto a Vigo, facilitando, además, la comunicación con las poblaciones del norte de Portugal.

También la carretera entre Ourense y Vigo tenía muchas curvas, que se suprimieron con la autovía pero sigue pasando por las cercanías de A Cañiza y Ponteareas, no la han llevado por las sierras en busca de cabras montesas.

El problema no es el error, somos así de origen, como tú como yo, el problema es insistir en él.

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