Opinión

Queridos Reyes Magos

Hace muchos años que no os escribo, ya sabéis lo que pasa cuando los niños empiezan a escuchar cosas, bueno, ahora también es necesario decir que, como si fuéramos tontos y no lo supiéramos, también las niñas, aclarado. No sea.

Llega un momento en que las respuestas de los mayores ya no les valen, pero como bien sabéis, los viejos, cada año que pasa, nos vamos pareciendo más a los niños y por eso, después de tantos años, os vuelvo a escribir una carta, pero esta vez no os voy a pedir juguetes, os voy a pedir una sola cosa; que hagáis todo lo posible para ayudarnos a que nos podamos entender, simplemente, porque entre todas las especies que habitamos este planeta, a pesar de que somos la única “sapiens”, o quizás por ello, no encontramos la fórmula de poder vivir en paz.

No tenemos más que ver la cantidad de calamidades que nos ofrece cada día los medios de comunicación; guerras, éxodos, atentados, secuestros, etc. Ninguna otra especie, ya sea en tierra, mar o en el aire, sufre tantas desgracias. Todas están organizadas de una u otra forma, aunque sea con muchas injusticias, bajo nuestro prisma, para que puedan vivir en su parcela, pero en el apartado de los humanos todo son problemas. 

El momento Hobbes de que “el hombre es un lobo para el hombre” se queda obsoleto, ya quisiéramos los humanos tener el grado de entendimiento que tienen los “lupos”. En tal caso lo podríamos dejar en que el hombre es un imbécil para el hombre, dejando en paz a los lobos y sus manadas, lo mismo podríamos decir del comportamiento de un rebaño de ovejas, incluso de las revoltosas cabras y sus cabritos, del funcionamiento de un hormiguero o el de un enjambre de abejas. 

En el mar, de acuerdo, el pez grande se come al chico, pero así está organizado la vaina. En el aire, contemplamos con admiración como se organiza una bandada de grullas para emprender una travesía de miles de quilómetros sin el más mínimo contratiempo, pero donde está el homo sapiens y señora, todo son problemas, todo son miserias, atentados, guerras y catástrofes.

Por eso, ya que estamos en vuestro tiempo, en la Epifanía, queridos Melchor, Gaspar y Baltasar, recordando con nostalgia aquellas frías noches de invierno donde esperábamos con ilusión vuestra llegada, os pedimos, os rogamos, que nos echéis una mano para que podamos encontrar esa tan ansiada paz.

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