Opinión

Tampoco era tan difícil

Hay cosas que están en nuestras manos el poder cambiarlas, arreglarlas y encontrar el mejor camino para poder solucionarlas. Cuando se produce un accidente de tráfico y empezamos a estudiar y analizar sus causas, vemos que todo se podría haber evitado con un pequeño cambio en la actitud del que llevaba los mandos; aminorar la velocidad, poner más atención en la conducción, frenar un poco antes de la curva, etc., esto pasa todos los día en cualquier carretera o vía del tren, llegando rápidamente a la conclusión de que no era difícil haber podido evitarlo.

Por el contrario, en otras ocasiones, por desgracia, las más importantes, poco o nada podemos hacer, aunque algunos ingenuos piensen que las inundaciones, volcanes o tsunamis dependen de nuestras acciones y del humo de nuestros coches, por la sencilla razón de que la naturaleza, dios o sus socios no los ha dejado en manos de los pobres humanos/as y contra las fuerzas de la naturaleza no tenemos nada que hacer, cuando quiera contaminar sacará el volcán que le parezca sin necesidad de nuestros motores. Ante estos acontecimientos, resignación, cristiana o de la otra, poco podemos hacer, bueno sí, podemos rezar y pedir perdón por nuestros pecados, como se hacía en otros tiempos, vaya, vaya. De cosas así, reconociendo nuestra impotencia ante las adversidades, nacieron las religiones, con sus plegarias, procesiones, rogativas y milagros, tratando de encontrar solución a tantas calamidades.

A lo largo de nuestra vida se van produciendo acontecimientos que, como en el caso de los accidentes, tenemos posibilidad de evitarlos corrigiendo los errores a tiempo. Por ejemplo, si un conductor o un maquinista de un tren se distraen hablando por teléfono, es seguro que lo podrían haber evitado corrigiendo su actitud y colgando la llamada.

En la política pasa lo mismo, si el cabezón de turno (al final estas cosas las lleva una sola persona pensante) que manda en un partido político, podría ser Vox, perfectamente, se empeña en ordenar que se vote en contra de unos presupuestos de una comunidad o de un ayuntamiento que defienden posturas afines, que, mutatis mutandi, viene a ser lo mismo que si estás jugando en un equipo de fútbol, en medio del partido metes un gol a propósito en tu propia portería, se produce el resultado correspondiente, es decir, se produce el accidente que, en este caso, se traduce en la pérdida masiva de votos, escaños y posiblemente, la desintegración del partido.

De la misma forma que en los accidentes de circulación, los cambios de actitud hay que hacerlos antes, ese es el problema, después solo nos quedan las lamentaciones y “el llanto y el crujir de dientes”.

 Si lo que acordó ahora el partido de Abascal; de apoyar a Feijóo sin condiciones, al menos aparentemente, siempre habrá formas, digo yo, para seguir jugando juntos el partido contra el equipo contrario, sin jugarretas, tensiones ni traiciones, los resultados electorales del 23J hubieran sido muchísimo más favorables a las opciones que defendían Feijóo y Abascal y no nos encontraríamos con este panorama de incertidumbres, cambalaches, vendettas y chantajes. 

Hay cosas que se ven venir sin que necesariamente tengamos que ser adivinos.

Tampoco era tan difícil.

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