Opinión

Vamos a ganar

Los entrenadores, ya sea de fútbol, o de cualquier otro deporte, no tienen más remedio que repetir esta frase antes de un partido, aunque sepan que las probabilidades de conseguirlo sean mínimas. Las frases que hemos escuchado en los debates y en los mítines, entre los líderes de los partidos que han participado en estas elecciones, se parecen mucho a las arengas que los entrenadores hacen a sus jugadores o jugadoras en los vestuarios antes de salir al campo a jugar uno de esos partidos transcendentales.

Lo que más me desconcierta de estas campañas políticas en vísperas de unas elecciones tan importantes como esta que terminó con la votación de ayer, es comprobar como sigue habiendo gente que, cual si fuera de una consagración a su religión, siguen defendiendo sus posturas, aplaudiendo con entusiasmo a los líderes de sus partidos, hagan lo que hagan, y digan lo que digan, sin admitir errores y sin conceder al contrario la más mínima posibilidad de que tenga alguna aportación positiva en sus planteamientos.

De esta forma, antes de leer un artículo, o escuchar unas declaraciones, sobre todo si son personajes conocidos, ya sabes lo que va a decir o escribir un autor o autora, sabiendo que si es fulanito o fulanita va a defender siempre a Pedro Sánchez o a Yolanda Díaz, sea en las circunstancias que sean, y si es de la otra cuerda, va hacer lo contrario, defendiendo a ultranza a Alberto Núñez Feijóo o Santiago Abascal, hagan lo que hagan o digan lo que digan, así un día y otro día, un año y otro año.

Pero el sistema democrático no debiera asentarse en estas posturas inflexibles y cercanas al fanatismo, debiéramos actuar en la política como lo hacemos en otras circunstancias, buscando la mejor opción, el mejor precio, el mejor servicio, intentando mejorar las cosas sin dramatismo ni fanatismo, y tratando de encontrar las personas más idóneas para representarnos ante las instituciones que organizan nuestra vida pública, eligiéndolas en unas elecciones pero no dudando en cambiar nuestro voto en la próxima convocatoria en función de cómo hayan actuado, de la misma forma que un entrenador cambia a un jugador por otro tratando de ganar un partido. 

Nunca entenderíamos que siguiera poniendo al mismo delantero sabiendo que deja en el banquillo al que puede marcar los goles.

Esperemos que hayamos acertado con nuestro voto, a pesar del escepticismo reinante, sabemos que esto de la democracia es muy difícil, pero no tenemos otra alternativa o, mejor dicho, cualquier otra, sería peor, aunque algunos no dejen de intentarlo.

Suerte a los elegidos, por favor, háganlo bien, tienen un buen trabajo pero sepan que los estamos vigilando.

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