Opinión

Grecia, a la izquierda de la izquierda

El concepto de "economía", tal como lo concebimos hoy, no existía en la antigua Grecia, formaba parte del global de agricultura, no muy desarrollado debido a la pobreza relativa de los campos de cultivo del país. Los griegos, que lo inventaron todo, no fueron, pues, tradicionalmente muy duchos en esta materia.

Ahora mismo, en la época contemporánea, siglos después, en 2015, tampoco a lo que se ve: se enfrentan a un ingente desafío en sus precarias finanzas, su deuda con los demás países de la Unión Europea bate todos los récords, asciende a la astronómica cantidad de 315.509 millones de euros (175% del PIB), es impagable, tratan de escalonarla en plazos y vencimientos, de adelantar sólo una quita parcial y de enviarla "ad kalendas graecas", como se suele decir, pero lo tienen difícil.

¿Cómo se ha llegado a la crítica actual situación griega? Recapitulemos: el domingo pasado 25 de enero, en un viraje de noventa grados que ya había sido anunciado en los sondeos, los griegos prescindieron de los partidos tradicionales por corruptos e ineficaces y eligieron para gobernarse, casi por mayoría absoluta, a la izquierda de la izquierda, es decir, al partido radical Syriza y a su líder, Alexis Tsipras, de 40 años, originando una verdadera conmoción no solo nacional sino también europea.

Contexto en que suceden los hechos: tras la aplicación durante cinco años de la cura de caballo impuesta por la "troika" (Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)), que fracasaron en enderezar el país, la pequeña nación helena, cuya economía equivale sólo al 2 por ciento de la Unión Europea, aplica ya el nuevo plan con que se presentó Tsipras a las elecciones y que avalaron los votantes. Consiste en primer lugar en poner fin a la austeridad asfixiante que solo produjo carestía, escasez y sufrimiento a los 10 millones de griegos pero no se le ocurre ni por pienso salir del euro, ya que fuera de él no hay salvación. Sería absurdo abandonar la Eurozona cuando más la necesita. El país está en quiebra desde hace años, el remedio de la "troika", que lo sometió a dos rescates sucesivos, fue peor que la enfermedad. Resultado: en la actualidad, Grecia rechaza la prórroga del último rescate y se niega a reconocer a la "troika" como interlocutor válido, deja todo en suspenso pendiente de negociación. En una palabra, rompe la baraja.

Deuda y crecimiento

En realidad, lo que busca el flamante primer ministro griego, Alexis Tsipas, es un pacto que le permita vincular la deuda con el crecimiento, si no hay crecimiento, no podrá haber devolución de la deuda y con este planteamiento va a entrevistarse con los líderes de la Unión Europea para proponeréselo uno a uno.

Recordemos. Tras el triunfo en las urnas, no había tiempo que perder. Todo fue a a marchas forzadas. En 48 horas se formó una coalición políticamente "contra natura" entre el partido izquierdista Syryza y el derechista y nacionalista Griegos Independientes (ANEL), cuyo presidente es Panos Kamenos, a fin de completar la mayoría en la cámara y tener las manos libres para actuar. Acto seguido, sin perder comba, toma de posesión del primer ministro y de los 11 miembros del nuevo Gobierno que Tsiripas llamó de salvación nacional, primer consejo de ministros y primeras medidas. Todas ellas sociales y urgentes como fijación del salario mínimo en 751 euros (en España, 752,85; en Francia, 1.467,53), restablecimiento de acceso universal al sistema público de salud, eliminación del copago farmacéutico y privatización del puerto del Pireo y de la empresa pública de electricidad. En resumen, Tsipras prometió que no habrá “ni un griego" sin ayuda ni sin comida, ni electricidad, lo que prueba la situación extrema a que se había llegado. Un solo dato, la pobreza alcanza a un tercio de la población. Grecia toca fondo.

Luego Tsipras, en su primer discurso a los sufridos ciudadanos, como si lanzara un conjuro, prometió recuperación económica, creación de empleo, transparencia, lucha contra la corrupcióny la evasión fiscal, es decir, regeneración de la vida nacional. Programa esperanzador pero demasiado ambicioso y algo utópico. Los griegos tienen derecho a soñar.

RUSIA, AL QUITE

El nuevo Gobierno heleno irrumpió en la política europea como un caballo en una cacharrería. En una serie de declaraciones en cascada, responsables políticos griegos manifestaron no estar de acuerdo con el espíritu de las sanciones de la Unión Europea a Rusia por su actuación en Ucrania y la anexión de la península de Crimea, pidieron una mayor cooperación con Moscú en la compra de armamento e hicieron incluso un gesto simbólico ya que el primer embajador recibido en Atenas fue el ruso y no el norteamericano como era habitual. Es un cambio significativo de protocolo que no pasó inadvertido a los observadores, no obliga a nada pero avisa. Rusia, al quite, entra en juego invitada por Grecia.

La Unión Europea reaccionó "ipso facto". El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, corrió a entrevistarse con Tsipras en Atenas. Naturalmente en la reunión se abordaron todos los temas europeos pero resalta que Schulz y Tsipras no se pusieran de acuerdo sobre Ucrania ni sobre la posición ante Rusia. Asimismo, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, viajó a la capital helena a ver al recién elegido primer ministro. Europa quiere anclar bien al nuevo Gobierno griego a los 28.

Por cierto, subrayemos que el eurodiputado español Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, fue "ex professo" a Atenas a respaldar en público a Tsipras en el último mitin de la campaña electoral, se les pudo ver por televisión fundidos en un abrazo frente a simpatizantes, ambos comparten las mismas ideas antisistema y a contracorriente que están en boga...

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