Opinión

Algoritmo solidario

Los algoritmos también tienen corazón. Al menos el que se utilizó para repartir los puntos de Bielorrusia en el Festival de Eurovisión, seis de los cuales, los primeros que recibió, correspondieron a Miki, el representante español en el concurso. El algoritmo que sustituía al suspendido jurado profesional que se fue de la lengua repartió los puntos entre los países que estaban peor clasificados y ocupaban la cola de la lista. Además, los programadores previnieron otro de los grandes males que se reproducen años tras año, el “vecindismo”, según el cual los países vecinos se votan entre sí y con un continente europeo tan fragmentado hay países que limitan con otra media docena lo que les asegura, por lo menos la mitad de la tabla. Y eso que suele decirse que los vecinos de mis vecinos son mis amigos, para hacer el sandwich a algunos. Ese es el problema de España, una península que con Francia se lleva regular, a efectos competitivos, y que Portugal ni tan siquiera se clasificó. Mejor un algoritmo que nos saque de los últimos de la fila. 

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