De generalizarse la decisión de los gerentes del Ikea de Shangai de prohibir la entrada a la cafetería a las personas mayores porque consumen poco y ocupan mucho, otros centros comerciales tendrán que replantearse su política comercial e incluso cerrar. Porque si el baremo es el escaso consumo, ¿qué decir de esos centros comerciales a los que acuden en masa padres con sus hijos pequeños para pasar la tarde de los fines de semana, como antes iban a ver despegar aviones del aeropuerto? Qué más quisieran los comerciantes que todos los que acuden a un centro comercial acabaran consumiendo o comprando algo. Pero es que además, Ikea y otros establecimientos similares, se han convertido en parques temáticos a los que se va a divertirse.
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