Opinión

Despedidas

En algunas ciudades se han convertido en una plaga, tanto que los munícipes, que son lentos en tomar medidas en defensa propia de los vecinos, se han puesto a dictar normas para sancionar como más duele, con multas económicas, a quienes celebran despedidas de solteros que alteran no solo la tranquilidad, sino que son un ejemplo palpable de mal gusto, horterez, macarrismo, ausencia del sentido del ridículo, y ataque a lo que antes se conocía como buenas costumbres, con su corolario de ensalzamiento de los órganos genitales masculinos y de machismo desaforado. Todos aquellos –y aquellas- que deciden abandonar la soltería tienen derecho a esa última fiesta institucionalizada para el desparrame como paso previo a la sensatez matrimonial, como si fuera una prueba iniciática.  Bailad, bailad…, lo mejor y lo peor está por llegar y puede comenzar con un déficit en la cuenta corriente.

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