El Supremo ha condenado la emisión por televisión de imágenes grabadas con cámara oculta. Se abre un debate, que se adivina tenso. La sentencia se las trae, porque generaliza, y sin embargo hay ocasiones en que la cámara oculta desvela asuntos que son de interés general. Grabar a un personaje público haciendo lo contrario de lo que predica es, por ejemplo, un asunto que debería ser legal. Entrar a saco en la intimidad en cambio debería ser delito.