A pesar de haber sido alcalde de Girona, lo que hace suponer que sabe algo de los navajazos que se reparten en la vida política, el presidente de la Generalitat, Carles Puigddemont, está sorprendido porque los diputados de la CUP le han rechazado los presupuestos de este año. Con toda inocencia ha declarado que de haber sabido que los apoyos de la CUP podían mutar no habría aceptado el encargo que le pasó Artur Mas. Que la política está llena de mutantes no es nuevo. Los más antiguos eran los que tenían la facultad de cambiar de chaqueta; luego, los que se declaraban demócratas de toda la vida. También han tenido poderes especiales los tránsfugas, y ahora los que más se llevan son los asamblearios. Su poder es que no se sabe nunca que van a decidir.
