Un viajero como Javier Reverte consideraba que cualquier turista que emprende un viaje fuera de su área de confort, incluso a Benidorm, está asumiendo riesgos, por lo que no hay que menospreciar su valentía al adentrarse en terrenos desconocidos. Pero también hay que reconocer que hay turistas que no tienen suerte, que siempre que llegan a alguna ciudad su monumento emblemático se encuentra rodeado de andamios, y cuando vuelve años más tarde, sigue rodeado de andamios solo que han cambiado de sitio. Sobre todo pasa en Venecia. Los años que la catedral de San Marcos tuvo su fachada en restauración se cuentan por lustros. Luego siguió el puente de Rialto, el de los Suspiros… Y ahora para colmo, la marea baja deja en dique seco a las góndolas. Los venecianos se quejan del éxito turístico de su ciudad. Pero si alguna vez se pudiera disfrutar entera el número de turistas que repite disminuiría sensiblemente.
