Opinión

La buena salud de la Monarquía

Lo dicen las encuestas, la Monarquía española goza de buena salud, cinco años después de que don Felipe contrajera matrimonio con la periodista Letizia Ortiz. Según el último sondeo realizado por Sigma Dos, para ‘La otra crónica’, del diario El Mundo, un 57 por ciento de los españoles se sienten tan a gusto con el papel desempeñado por el Rey don Juan Carlos, los mismos que prefieren que sea él quién siga al frente, en vez de su hijo, por más que un gran número de los encuestados piense que el Príncipe está preparado para sucederle.


Imagino que este tipo de noticias halagan al Rey y a su entorno, porque demuestran que su discurso, su apuesta en favor de la democracia, su buen talante, su cercanía, han calado hondo entre los españoles. Sin embargo, el problema surge cuando se analiza sin apasionamientos el futuro del Príncipe de Asturias, o si se sigue con atención la trayectoria del resto de las casas reales europeas: los herederos sólo accederán al trono cuando sus progenitores hayan muerto. Así ha sido en el caso de Mónaco, y así será en el de Gran Bretaña, lo que provoca situaciones tan absurdas como que serán reyes a una edad en que la mayoría de los ciudadanos disfrutan de la jubilación.


Que Carlos de Inglaterra siga a sus 61 años esperando para desempeñar un puesto para el que lleva preparándose concienzudamente toda su vida, parece absurdo e injusto. Si la reina Isabel, su madre, no confía en su capacidad para que lleve el peso de la Corona, que lo aparten de una vez por todas y nombre a su nieto Guillermo, que parece es su ojito derecho. No se puede alimentar durante décadas el ego, las esperanzas, las ilusiones de un hombre, diciéndole que él es el elegido, para tenerle ahí, rumiando su desgracia y viendo como todos sus amigos de colegio, de escuelas militares, de farras, se han desarrollado profesionalmente, mientras que él sigue siendo el eterno pretendiente al trono de su país. Bueno, poder se puede hacer pero no se debe, porque la ilusión por hacer cosas nuevas no es igual a los 40 que a los 80.


En el caso del Príncipe Felipe, ha dado muestras sobradas de su madurez, de su preparación, así como de sus profundos conocimientos sobre política nacional e internacional, y por si todo eso fuera poco, el tiempo ha demostrado que su elección sentimental fue la acertada, ya que con Leticia Ortiz ha alcanzado la felicidad personal que tanto deseaba, más desde que nacieron sus dos hijas que garantizan la sucesión de la Corona. La pregunta es la siguiente: ¿Qué puede hacer el Príncipe mientras le llega la hora de acceder al trono? Tal y como están las cosas, esperar y esperar, algo que no me parece saludable ni en su caso ni en el de quienes están en su lugar. Claro que expertos tiene la Corona para pensar lo contrario.


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