Opinión

Ídolos con pies de barro

Los últimos acontecimientos protagonizados por el actor Andrés Pajares no son más que la historia de un declive anunciado. Un declive que posiblemente tiene sus orígenes en un trastorno mental que no le fue diagnosticado a tiempo y que se ha agravado con el paso de los años y de los acontecimientos. Lo que le ha llevado a protagonizar historias para no ser contadas fuera de su ámbito más privado, pero que dieron la vuelta al país, gracias a las ansias de dinero de sus familiares más cercanos, que no han dudado en contar sus miserias allí donde les pagaban por ello.


Lo pudimos ver en la última entrevista que le hicieron en Antena 3 TV, hace apenas dos o tres semanas, en la que aparecía un Andrés crispado, insultando a diestro y siniestro, obsesionado con el sexo, con el pelo teñido y el gesto desencajado de tantas cosas como se ha metido en la cara. Fue en ese mismo programa donde dijo que había desheredado a sus hijos, que sólo su secretaria y el marido de ésta se ocupaban de él. Cosas tremendas que demuestran que no está en su sano juicio, que algo dentro de su cabeza no funcionaba, que su internamiento en algún centro especializado no debía demorarse más.


El tiempo corre en su contra y ya nadie duda de que hoy Andrés es un muñeco roto, un ídolo con los pies de barro que no ha sabido manejar ni su vida, ni su fama, ni su dinero, si es que tiene tanto como dicen.


Porque independientemente del esperpéntico atraco que protagonizó el martes por la tarde, en el bufete de sus abogados, creo que lo peor está por venir si alguien no se ocupa de él. No parece que sus hijos sean las personas adecuadas porque el enconamiento es tan grande entre ellos, que tardarán años en recomponer las relaciones, si las recomponen. Tendría que ser él mismo quien se diera cuenta de que así no puede seguir, de que lo suyo puede tener cura si se pone en manos de buenos médicos, que los hay. Que sean ellos los que digan si la mejor fórmula para preservarle de la ruina moral y económica sería su inhabilitación, pero esto tendrán que decirlo sus abogados y la justicia.


La realidad es que Andrés vive hoy por hoy en un mundo que sólo existe en su mente enferma, prueba de ello es que ha llegado a anunciar en su blog la muerte de un conocido periodista del corazón. No sólo eso, de un hotel madrileño le tuvieron que expulsar porque destrozó todos los muebles de la suite a la que se había ido a vivir porque dice que su casa se le cae encima, porque es demasiado grande y está demasiado sólo. Lástima, sólo lástima se puede sentir por quien tantos gratos momentos nos ha hecho pasar.

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