Opinión

Amnistía versus generosidad al "Dioni de Waterloo"

No existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencia de justicia” (Montesquieu). Si usted, estimado y paciente lector, leyó o tiene la paciencia de buscar en la prensa local o autonómica del miércoles 4 de octubre -día después de aceptar Pedro Sánchez el encargo del Rey de presentarse a la investidura-, encontrará un titular del siguiente tenor: “Sánchez no habla de amnistía, aunque sí ofrece generosidad” o “Sánchez dice que es la hora de la generosidad”. ¡Qué bueno…! ¡Qué generoso…!, Sánchez. Como para comérselo a besos. Pero su declaración generosa tiene trampa, ya que a esta altura del cotarro todo el mundo está enterado, que Pedro evita hacer cualquier tipo de alusión directa de amnistía al “Dioni de Waterloo”, Puigdemont, para que este apoye su investidura. ¡Qué generosidad más hipócrita!, cuando hace poco exclamaba en voz alta y nítida que lo que tenía que hacer el huido era ponerse, o el mismo (Sánchez) se encargaría de ponerlo, a disposición de la justicia. Ahora “por el interés te quiero Andrés” y lo necesario es aplicar generosidad.

Vuelve a la actualidad el padre de la separación de poderes, el filósofo ilustrado, Montesquieu, ahora obscurecido cuando de Sánchez se trata; no hay filósofo, ni ilustrado, ni oposición que se tercie, cuando el sanchismo tiene entre ceja y ceja gobernar; lo hará al precio que sea y a cobro revertido. Y hoy, con tiempo cocinando esa amnistía ya disfrazada de generosidad, estamos insultando a los generosos por méritos propios, los que son capaces de sacrificar sus planes, proyectos, incluso su vida, en favor de los deseos y necesidades de otros. Bondades estas diametralmente opuestas, que para nada encajan en el prófugo de Waterloo, auténtico “Dioni de Waterloo”.

¡Pero así es Sánchez y el sanchismo! Practicando su generosidad, la del pago por beneficio personal, no la del interés general; para obtener las prebendas del que no hace mucho tachaba de xenófobo y lo pondría a disposición de la justicia, y, ahora, por 7 monedas –perdón, 7 votos- le rinde pleitesía. ¡No es socialismo! Aunque para ello manifieste ofrecer al conjunto de los españoles un gobierno de progreso, ¡progresista! Leer, ver, para creer. ¡Pues sí! Para el sanchismo, en la “Constitución, cabrá lo que el Tribunal Constitucional decida”. Para ello tiene a Pumpido. La amnistía, o como quiera maridarla, aunque sea a martillazos, como leí en alguna prensa, es parte de ese ideario progresista. ¡Vaya progresismo disfrazado!

Neme, siempre atento y perspicaz, me dice que “apelar xenerosidade, para quitar ferro ao asunto, non só é esquecer un ato político; é tamén non ter en conta as consecuencias sociais e económicas que deron lugar aqueles acontecementos de 2017. Ademais de que todo da a entender que hai que ser político para ter dereito a determinadas prebendas, que noutra profesión ou actividade non se dan”. Tal y como empezaba: “No existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes…” Hay momentos, que se hace inevitable, por decencia, no gobernar un país, que hacerlo traicionando todos los principios. No gobernarán los que ganaron en las urnas –sí, ya sé que estamos en una democracia parlamentaria-, pero dejan asentado un modelo de país para todos los españoles en condiciones de igualdad, rechazando chantajes. Y dejamos la apariencia de la justicia, bajo pretexto de la generosidad, para el autócrata. La peor tiranía, que decía Montesquieu.

Privilegios a cambio de votos, ¡no! Y ahora discrepancia entre socios sobre los subterfugios para aprobar la amnistía; independientemente del postureo, reconozco que ni el propio Montesquieu tendría filosofía y doctrina para justificar la fechoría. Eso sí, tiene guasa que gestionar el propio litoral de Galicia por la CCAA es anticonstitucional para el Gobierno de Sánchez y, sin embargo, comprar voluntades -con amnistías a la carta y mejor financiación- sí, es constitucional. ¡Resucita, Montesquieu!

Te puede interesar