Opinión

Matar moscas a cañonazos

La decisión de la OTAN de enviar una flota de tres barcos al mar Egeo para tratar de frenar el tránsito de refugiados que sale desde Turquía a las islas y costas griegas, a la Unión Europea, es una muestra más de la certeza de cómo Europa y el resto de los países afectados por la huida de miles de personas de los conflictos de Siria, Iraq y Afganistán no está sabiendo hacer frente a la migración de quienes intentan poner su vida a salvo en la guerra civil siria, o de los milicianos del Estado Islámico.

La gestión de la crisis de los refugiados está resultando un fracaso. La política de brazos abiertos que pareciera imponerse en un primer momento se ha ido cerrado y la reubicación de las decenas de miles de refugiados es ridícula y no alcanza ni a quinientos. Este intento ha conducido a que algunos países se decidan a levantar muros en sus fronteras para evitar su tránsito por ellos y han erigido otros muros mentales contra personas de otra cultura y religión de tal forma que han puesto en peligro uno de los pilares de la UE, el espacio Schengen, y se han revuelto contra las directrices de la Comisión. Incluso a Grecia se le ha amenazado con la expulsión de la UE por su gestión de la crisis cuando es una víctima más, y hasta los países nórdicos, que han sido tierra de promisión para quienes pretenden salvar sus vidas, ponen límites al derecho de asilo porque no pueden gestionar la marea humana que busca refugio en ellos.

Y en un claro ejemplo de la táctica militar de matar moscas a cañonazos dos países de la OTAN, Alemania y Turquía a los que se sumó Grecia han convencido al resto de sus socios de que una de las maneras de afrontar la huida de los refugiados es su interceptación en el mar para devolverlos a las costas turcas, sin que en el objetivo de la misión se sepa si estos barcos van a contribuir a su salvamento cuando se encuentren en situación de riesgo como manda la ley del mar, y no estén cerca los barcos de Frontex que sí tienen esa misión. Entre los tres han apostado por una solución militar a un problema de honda raíz humanitaria, pero que tiene más de acción de cara a la galería que de misión eficaz.

Porque si de lo que se trata es de combatir las mafias que se dedican al tráfico de personas quizá este no sea el mejor método y sería más eficaz una contundente actuación policial contra estas organizaciones “en tierra” que debe ir acompañada de la aportación de los recursos necesarias a los países que son la puerta de entrada de los refugiados para que puedan hacer frente a esta situación, en tanto pueden ser reubicados en otra partes o se resuelve por alguna vía los problemas que generan el flujo de refugiados.

Pero cuando la OTAN en su conjunto y los países que la integran de forma individual se muestran remisos a actuar en los conflictos de Oriente Próximo, resulta cuando menos sorprendente que se dediquen esfuerzos militares a impedir el tránsito de los refugiados cuando ya se encuentran en medio del mar.

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