Opinión

Gato escaldado del agua fría huye

Casimiro Villegas, ex policía local sevillano hirió con su arma reglamentaria a tres de los cinco asaltantes de su casa que cayeron sobre él golpeándolo brutalmente. Como cualquiera de nosotros hubiéramos hecho, fue en busca del instrumento de defensa más poderoso que podía tener a mano. Se enfrenta ahora a veinte años de cárcel, mientras que los asaltantes a penas de prisión entre tres y cinco años. No tengo ninguna duda de que si me encontrase en una situación en la que veo invadido mi hogar, por quienes pueden raptar, violar o poner en peligro la vida de mis hijos, también utilizaría toda la fuerza a mi alcance para repeler tamaña agresión. Lo haría mil veces.

Aparte de excesos y populismo, hay que reconocer que Vox juega bien al despiste desviando la atención al volver a traer al debate cuestiones sobre las que la perversa, prejuiciosa y pasional ortodoxia de lo políticamente correcto creía haber enterrado para siempre. Y, es cierto, consigue que todos entremos al trapo. ¿Alguien cree lógico que la víctima de un asalto que pone en peligro la vida de su familia haya de sopesar la fuerza que ha de usar para defenderse en función de las armas que porten los agresores? ¿Hay que medirles las hojas de los cuchillos para elegir si utilizar el jamonero o el pela patatas para nuestra defensa? Pues la Ley española dice eso. Sólo aplicará la eximente de legítima defensa si quedara plenamente acredita que se respondió “con proporcionalidad”. Algunos pensamos que, precisamente, es la proporcionalidad la que se han pasado antes por el forro los criminales. Son ellos los que han decidido hacer el mal, mientras que jamás quiso hacerlo el que se defiende, por lo que utilizar una fuerza mayor contra los primeros solo hace recomponer, equilibrar la desproporcionalidad.

El criminal, básicamente, quiere hacer el mal y salir indemne, a ser posible. Se inclinará siempre por utilizar la fuerza sobre aquel que considera más débil. Por ello, los lugares elegidos por terroristas y demás fanáticos para perpetrar matanzas son, normalmente, expeditos de armas, como corresponde a sus cobardes y sangrientas hazañas. A pocos se les ocurre entrar en un cuartel de la Guardia Civil o en el Pentágono, aunque sí lo hacen en escuelas, locales de ocio y lugares públicos, donde nadie puede defenderse. 

No me parece por tanto que sea un disparate modificar la legislación para que las víctimas asaltadas dentro de su propiedad puedan utilizar toda la fuerza defensiva que tengan a su alcance, sin que tengan que ser procesados o pagar indemnización alguna. Incluso, como legítima defensa, en el caso de situaciones de amenaza real para su vida y la de su familia, la utilización de armas de fuego, controladas y autorizadas con todos los requerimientos que se quieran establecer.

Te puede interesar