Opinión

Caballero sin espada

He vuelto a ver recientemente y por decimoctava vez la fabulosa película “Mr. Smith goes to Washington” que en España se tituló “Caballero sin espada”, un título muy bonito aunque como era habitual en nuestro país en aquellos años (la peli es del 39 pero en España se estrenó diez años después), la industria de la distribución cinematográfica se saltó, se lo pasó por el forro y lo cambió.

Esa falta de respeto por la obra de un autor era normal entonces en nuestro país incluso aunque la censura no interviniera en eso, si bien a veces la cosa aunque fuera por casualidad no salía tan mal, el título en español “Caballero sin espada” es precioso y se ajusta muy bien al espíritu y a la historia de la película. Otro caso famoso de lo mismo, que siempre me ha gustado a pesar de mi reticencia a esa manipulación de una obra tal como la pensó el autor, es “My darling Clementine” que aquí se convirtió en el incomprensible título “Pasión de los fuertes”, una frase que no tiene sentido pero parece contener algo misterioso y evocador, casi poético, que no sabemos qué es exactamente.

Dejando estas consideraciones aparte, la revisión del film me ha sugerido otras cosas, nuevas. Los clásicos es lo que tienen, cuando los vuelves a ver siempre descubres algo que no habías visto antes.

Para mí la Declaración de Independencia de los Estados Unidos no la redactaron Jefferson, Adams y después Benjamín Franklin como nos cuenta la historia oficial. Ni tiene nada que ver con Lincoln aunque él la citara constantemente y la tenga grabada en mármol a su lado en el Capitolio. 

Ese texto en realidad es de Frank Capra, John Ford, William Wyler, George Cukor, y hasta Otto Preminger o Billy Wilder entre otros. Es más, creo que también tuvieron mucho que ver en esa declaración gentes como Louis Armstrong, Mahalia Jackson, Jean Arthur, James Stewart, Jesse Owens, Martin Luther King Jr., y acercándonos hasta hoy incluso tipos como Clint Eastwood, Robert Redford o Steven Spielberg que todavía andan por aquí dando la lata. Esos son los verdaderos autores del texto, y los que nos explican su sentido a fondo.

Poca gente se habrá leído la declaración entera, pero casi todo el mundo conoce algún fragmento. Como aquel que dice: “Todos los hombres son iguales y dotados por su Creador de derechos inalienables como la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad”. O aquel otro ya no de la Declaración de Independencia sino del discurso de Lincoln en Gettysburg: “Y el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá jamás de la faz de la tierra.”

En fin, el caso es que “Caballero sin espada” me ha recordado otras películas como ven, y también estas cosas y reflexiones que creo que a propósito del reciente ascenso de la ultraderecha en nuestro país, vienen muy a cuento hoy en día.

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