Opinión

Cambiar una letra

Hace poco a una amiga que se llama Ana María le comenté una idea que he tenido desde siempre, y es la de cómo solo cambiar una letra en algo que puede cambiarlo todo.

Por ejemplo, ella se llama Ana María y mi hermana se llama Ana Marta. Es decir que entre Ana María y Ana Marta solo hay una letra de diferencia. Y sin embargo esa letra lo cambia todo.

De alguna forma y bromeando es el tema de un divertido (no está bien que esto lo diga yo pero como no tengo abuela puedo hacerlo) capítulo de una novela de fantasía que escribí hace años. Una novela juvenil un poco tipo La Historia Interminable y bastante tolkieniana. En ese capítulo al que me refiero el protagonista, un niño que se llama Javi, es interrogado por un monstruo sabio y bondadoso aunque también muy irónico y algo ácido. Un monstruo con forma de gigantesca tortuga antediluviana, que con sus preguntas y reflexiones sume a Javi en un mar de dudas. Y todo se refiere a la importancia de cambiar una letra. 

Inicialmente la tortuga que se llama Mapinguari, entre otras cosas le cuenta a Javi que tiene un amigo que a veces viene a visitarla al bosque donde vive ella, y con el que a ella le encanta conversar. Ese hombre es el escritor italiano Dino Buzzati. Por supuesto el niño no sabe quién es Buzzati, pero Mapinguari se lo explica brevemente y le cuenta que el escritor tiene una fabulosa novela titulada “El desierto de los tártaros”, y le plantea a Javi qué pasaría si en el título de esa novela se cambiara una letra y pasara a llamarse “El desierto de los bárbaros”, entonces la novela, su contenido y su historia serían algo muy distinto ¿o no?

Javi no tiene más remedio que asentir, la lucidez, agudeza y picardía de Mapinguari son algunas de sus cualidades principales. Y a partir de ahí la conversación deriva hacia otras posibilidades cada vez más graciosas en las que ambos se van enredando y reflexionando. ¿Y si por ejemplo Caperucita Roja se titulara Caperucita Rosa? Su historia seguramente sería otra y no la que conocemos, qué duda cabe. ¿Y si fuera Caperucita Sosa, o Rota, o Loca, o Boba? ¿Entonces qué?

Así que cambiar solo una letra puede cambiar por completo algo para siempre.

Jorge Luis Borges elucubró en cierta ocasión con un supuesto personaje o supuesto dios que se pasaría la eternidad creando, componiendo y recomponiendo miles y miles de millones, billones y trillones de veces de forma totalmente arbitraria y aleatoria palabras y páginas con todas las letras del alfabeto. Y el escritor argentino sugería con eso que en esa eterna, disparatada y azarosa combinación de letras, espacios, acentos, párrafos, comas, puntos y palabras, un día por casualidad y sin querer ese personaje escribiría El Quijote de principio a fin, exactamente tal como lo escribió Cervantes. Una idea fascinante, sin duda.

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