Opinión

Desinformación, divina palabra

La derecha y ultraderecha españolas han adquirido la costumbre de llamar al Ministerio de Igualdad, Ministerio de Desigualdad, y Donald Trump la de llamar al Departamento de Justicia, Departamento de Injusticia. Supongo que se entiende lo que pasa ¿no?

En la era de la información lo más cool es la desinformación. Para estar bien informado no hay como estar desinformado. Por eso yo intento leer todos los días cuantos periódicos, artículos y medios pueda, y escuchar atentamente a todo tertuliano que haya por ahí, para estar inundado de falsedades y lo más desinformado posible. Solo estar desinformados nos salvará. Aunque no sepamos de qué nos salvará exactamente.

Sin ir más lejos yo conozco a personas que creen que España está llena de okupas y que aquí no se puede dejar la casa sola más de cinco minutos porque te la roban; a otros que ven herederos de Franco en cada esquina cada vez que salen a la calle; e incluso conozco a algunos que sostienen que los flamencos de Doñana no existen y el agua de nuestro subsuelo es eterna.

La desinformación es una adicción asociada a la desmemoria. El desinformado cada vez quiere una dosis mayor, porque ignora la sobredosis que ya se ha metido en el cuerpo antes. 

Los voceros de la okupación de viviendas se olvidan de que ellos salen de su casa todos los días y nadie la okupa; ciertos izquierdistas que claman contra la franquistización de nuestro país no recuerdan que su vecino de puerta le vota al PP y es una buena persona que nada tiene que ver con Millán Astray; los defensores de la explotación de los acuíferos hasta su agotamiento se olvidan de que sin agua no habrá fresas; la Junta de Castilla y León que quiere eliminar los controles sanitarios de la ganadería ya se ha olvidado de las vacas locas, y los antivacunas ya se han olvidado de la covid. Nos olvidamos de todo. La desmemoria es muy rápida y muy eficiente desinformando.

Pero a veces no hay nada mejor que estar desinformado. Si no fuera así Colón no hubiera descubierto América por poner un ejemplo fácil de entender. Si Colón hubiera estado bien informado hubiera sabido que el Catay al que él quería ir quedaba en el quinto pino y jamás hubiera podido llegar allí en aquellas condiciones. Pero como gracias a Dios estaba mal informado se topó con las Indias. Voilà!

Así que no hay que despreciar la desinformación. Al contrario, puede resultar valiosa. 

Pero el caso de Colón es raro, por lo general la desinformación es mala. Si los nazis, que estaban mal informados, hubieran sabido que iban a perder la guerra no la hubieran empezado y nos hubiéramos ahorrado muchos disgustos. Si usted hubiera sabido que hoy iba a llover habría salido de casa con paraguas, pero como estaba mal informado volvió a casa mojado como un pito, estornudando, y ahora tiene un catarro de campeonato.

Infórmese, hombre.

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