Opinión

¡Dimisiones no, procrastinación sí!

Yo no entiendo esa manía que tienen los partidos de exigir la dimisión de cualquier político a las primeras de cambio (siempre que el político sea de otro partido, por supuesto) en cuanto se le descubre cualquier cosa menor. Y con menor me refiero a presidir una sociedad off-shore en un paraíso fiscal; haber estafado millones de euros a Hacienda; cobrar subvenciones europeas de ayuda a los necesitados y metérselas en el bolsillo; montar ongs para recaudar dinero para niños con cáncer y quedarse la pasta; influir para que se permita instalar un proyecto urbanístico o uno industrial altamente contaminante en una zona natural protegida; meter la mano en la caja; engañar al electorado y, en fin, esas cosas sin importancia que todos sabemos y con las que nos despertamos y acostamos todos los días. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra dijo alguien una vez, pero nadie le hizo caso aunque todos tiraron piedras. El mundo es así.

Yo creo que a los políticos solo debería exigírseles la dimisión de su cargo cuando hayan cometido asesinato probado. Como apuntó con gran acierto Thomas de Quincey en cierta ocasión: "Uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y dejar las cosas para el día siguiente. Una vez que empieza uno a deslizarse cuesta abajo, ya no sabe donde se detendrá."

En efecto, la procrastinación, dejar las cosas para el día siguiente, es lo grave de verdad. Lo verdaderamente peligroso. Nuestros partidos, en España quiero decir, llevan más de cien días procrastinando a lo loco. Sin mesura. Los líderes políticos se levantan cada mañana y tras desayunar el pantomaca, el croissant, la tostada con mermelada, el yogurt, los crispis, o lo que les guste a cada uno se preguntan: ¿a ver qué demonios puedo dejar yo hoy para mañana? Y según eso planifican la agenda del día: hoy no llamo a Pablo; hoy no le contesto a Pedro; hoy sigo durmiendo; hoy miro para otro lado; hoy me reúno con el partido animalista y mañana voy a los toros; hoy no me molestéis, firmado Mariano; hoy voy a descansar y que sea lo que Dios quiera. Y al día siguiente, ¡hala!, vuelta a empezar.

A mí la procrastinación me parece un invento genial. Relaja más que un masaje tántrico. Yo también dejo todo para el día siguiente siempre que puedo. Como este artículo que tenía que haberlo escrito ayer, o antes de ayer, o el día anterior. Yo qué sé. Qué más da. Procrastinen ustedes también un poco, ya verán como les sienta genial al cuerpo. Tiren el periódico en una esquina y ya le echarán un ojo, o no, al maldito artículo mañana, total hay tiempo de sobra. Y a fin de cuentas... "pa lo que hay que leer".

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