Opinión

Vótame, vótame mucho

Como si fuera esta noche la última vez/ vótame mucho que tengo miedo a perderte después.

La famosa canción “Bésame mucho” compuesta en los años treinta por la mexicana Consuelito Velázquez ha sido versioneada miles de veces por todo el mundo: Lucho Gatica, Sara Montiel, Isabel Pantoja, Luis Miguel, Dalida, Paco de Lucía, Omara Portuondo, Pink Martini, los Panchos y hasta Frank Sinatra y los Beatles. La lista resultaría interminable.

A mí la precampaña de estas elecciones me recordó esa canción, solo que en lugar de “bésame mucho” yo solo oía “vótame mucho” todo el rato.

La pasión de los candidatos animando al personal a votar a toda costa me resultó agobiante. Por supuesto los políticos siempre hacen eso, lógico, es lo suyo, pero esta vez yo lo sentí un poco excesivo.

No voté, lo confieso. Y no me arrepiento. He formado parte del grupo de la abstención solo un par de veces en mi vida, y generalmente por cuestiones técnicas como que no estaba en el sitio para hacerlo, pero esta vez fue por convicción. No encontré nada que me gustara y ni siquiera algo que me disgustara tan poco como para darle mi voto aunque fuera a contramano.

Hace unos días alguien me explicó someramente la diferencia entre el voto nulo, el voto en blanco y la abstención, algo que más o menos sabemos todos pero que no estará de más revisar. 

El voto nulo es por ejemplo un sobre que contiene dos papeletas en lugar de una, o una papeleta rota, o manchada, o semitachada, o una rodaja de chorizo. El caso es que se anula, no cuenta, no tiene valor.

El voto en blanco es un sobre vacío, pero que tiene un cierto valor. Se da por hecho que es de alguien que así quiere manifestar que está de acuerdo con el sistema democrático y la votación, pero no le gusta ningún candidato. A mí eso me parece absurdo, el que vota en blanco pudo haberse equivocado igual que el de la rodaja de chorizo, y eso no lo podemos saber.

Ahora vamos a lo bueno: la abstención. El abstencionista tiene mala fama. Según la cultura mediática política y popular o es un ignorante analfabeto, o es un perezoso, o es un antisistema irredento.

Discrepo. Se mete en el mismo saco a tres personas muy distintas. Y lo digo por mí. Analfabeto no soy. Perezoso puede, pero en este caso es improbable ya que mi colegio electoral está en el portal de al lado de mi casa, en medio minuto estoy allí y el domingo pasé por delante con mi perro un par de veces. Y antisistema irredento... lo dudo, lo dudo, lo dudo. Tampoco soy eso.

La abstención está mal vista. Pero sobre todo, no está bien estudiada. Vótame, vótame mucho.

Ahora gracias al mago Pedro Sánchez que a veces parece Mickey Mouse en aquella preciosa película “Fantasía”, dentro de dos meses los abstencionistas podremos rediminirnos. Por fin.

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