Opinión

Mirando el Ourense de los años veinte desde el siglo XXI

El espacio expositivo de la sala municipal poeta José Ángel Valente presenta “Ourense anos 20”, muestra fotográfica producida por el Museo Arqueológico Provincial, que Avelino Rodríguez González comisaría como gestor cultural del mismo. Una de ellas es la del estado en que quedó en interior del Instituto, hoy Otero Pedrayo, al lado del antiguo jardín botánico de O Posío, por el incendio en la madrugada del 8 de diciembre de 1927, jueves, y que asoló el Museo arqueológico y la Biblioteca provincial, tras llegar dos horas tarde los bomberos según relata la prensa de la época. Se perdieron miles de volúmenes, ejemplares únicos de libros, como el de Copérnico, y manuscritos, grabados, pinturas, aquí desde los fondos monásticos provinciales tras el proceso desamortizador del siglo XIX. Un dolor. Por el edificio andaban en los años veinte Marcelo Macías y los de la Comisión de Monumentos, Vázquez Núñez, Díez Sanjurjo, Vázquez Pardo, Domínguez Fontela o Fernández Alonso. Algunos llevaban a casa materiales para estudiarlos, caso del libro manuscrito de Oseira, que ha emergido hace unos años.

En la sala hay una foto en la que se ve lo que quedaba por desmontar del antiguo Hospital de San Roque donde hoy es Correos: la portada, trasladada al atrio de la Trinidad. Del renacentista siglo XVI, lleva tondos de bustos barbados que nos hablan y hermosos grifos en el tímpano, a los lados del patrón. Por el vano de arco de aquella, ya sin las puertas, se ve a lo lejos en lo alto do Couto, el Palacio-castillo e iglesia de la IVª Marquesa de la Atalaya-Bermeja y IVª Condesa del Valle de Oselle, María de los Ángeles Santamarina y Alducín y su esposo, Isidoro de Temes y Sáenz, levantado para ellos desde los planos de Daniel Vázquez-Gulías Martínez, e inaugurado en 1925. Una gran foto. 

Hay otras merecedoras de atención. Así la vida que emana de cuatro hermosas mujeres jóvenes trajeadas con su madre a la entrada de la Alameda, que miran a Julio García Pérez, el fotógrafo, quien captó en el encuadre un muchacho, todavía un niño, de pantalones cortos y boina calada al modo del Gaspariño de Xaquín Marín. Con las manos detrás y la boca entreabierta quedó tan inmortalizado como la familia de la burguesía que paga la foto. De aquel, otro retrato en la Plaza Mayor delante de una columna de la casa de Fermín García, grupo masculino con sombreros blancos, pajaritas, corbatas y un niño de blanco y pantalón corto. Mas es el grupo de J. Pacheco (¿día de la procesión de san Roque?), en la plaza del Obispo Cesáreo con la estatua de Concepción Arenal que se presiente, con autoridades civiles y militares, y grupos de niños de blanco a los lados, uno burgués, otro del pueblo, de niños con mandilón, algo impensable hoy. Todo ello, cartografía de la vida social, económica y cultura de la ciudad y provincia, paisanaje y paisaje que va de lo documental al retrato, un mundo ya desaparecido del que somos herederos y testigos emocionales. Hay, en fin, además, un famoso posado de un numeroso grupo en Pontevedra, incluido por aparecer varias icónicas figuras ourensanas da Xeración Nós, tan decisivos en la configuración de Galicia.
photo_camera El espacio expositivo de la sala municipal poeta José Ángel Valente presenta “Ourense anos 20”, muestra fotográfica producida por el Museo Arqueológico Provincial, que Avelino Rodríguez González comisaría como gestor cultural del mismo. Una de ellas es la del estado en que quedó en interior del Instituto, hoy Otero Pedrayo, al lado del antiguo jardín botánico de O Posío, por el incendio en la madrugada del 8 de diciembre de 1927, jueves, y que asoló el Museo arqueológico y la Biblioteca provincial, tras llegar dos horas tarde los bomberos según relata la prensa de la época. Se perdieron miles de volúmenes, ejemplares únicos de libros, como el de Copérnico, y manuscritos, grabados, pinturas, aquí desde los fondos monásticos provinciales tras el proceso desamortizador del siglo XIX. Un dolor. Por el edificio andaban en los años veinte Marcelo Macías y los de la Comisión de Monumentos, Vázquez Núñez, Díez Sanjurjo, Vázquez Pardo, Domínguez Fontela o Fernández Alonso. Algunos llevaban a casa materiales para estudiarlos, caso del libro manuscrito de Oseira, que ha emergido hace unos años. En la sala hay una foto en la que se ve lo que quedaba por desmontar del antiguo Hospital de San Roque donde hoy es Correos: la portada, trasladada al atrio de la Trinidad. Del renacentista siglo XVI, lleva tondos de bustos barbados que nos hablan y hermosos grifos en el tímpano, a los lados del patrón. Por el vano de arco de aquella, ya sin las puertas, se ve a lo lejos en lo alto do Couto, el Palacio-castillo e iglesia de la IVª Marquesa de la Atalaya-Bermeja y IVª Condesa del Valle de Oselle, María de los Ángeles Santamarina y Alducín y su esposo, Isidoro de Temes y Sáenz, levantado para ellos desde los planos de Daniel Vázquez-Gulías Martínez, e inaugurado en 1925. Una gran foto. Hay otras merecedoras de atención. Así la vida que emana de cuatro hermosas mujeres jóvenes trajeadas con su madre a la entrada de la Alameda, que miran a Julio García Pérez, el fotógrafo, quien captó en el encuadre un muchacho, todavía un niño, de pantalones cortos y boina calada al modo del Gaspariño de Xaquín Marín. Con las manos detrás y la boca entreabierta quedó tan inmortalizado como la familia de la burguesía que paga la foto. De aquel, otro retrato en la Plaza Mayor delante de una columna de la casa de Fermín García, grupo masculino con sombreros blancos, pajaritas, corbatas y un niño de blanco y pantalón corto. Mas es el grupo de J. Pacheco (¿día de la procesión de san Roque?), en la plaza del Obispo Cesáreo con la estatua de Concepción Arenal que se presiente, con autoridades civiles y militares, y grupos de niños de blanco a los lados, uno burgués, otro del pueblo, de niños con mandilón, algo impensable hoy. Todo ello, cartografía de la vida social, económica y cultura de la ciudad y provincia, paisanaje y paisaje que va de lo documental al retrato, un mundo ya desaparecido del que somos herederos y testigos emocionales. Hay, en fin, además, un famoso posado de un numeroso grupo en Pontevedra, incluido por aparecer varias icónicas figuras ourensanas da Xeración Nós, tan decisivos en la configuración de Galicia.

El espacio expositivo de la sala municipal poeta José Ángel Valente presenta “Ourense anos 20”, muestra fotográfica producida por el Museo Arqueológico Provincial, que Avelino Rodríguez González comisaría como gestor cultural del mismo. Una de ellas es la del estado en que quedó en interior del Instituto, hoy Otero Pedrayo, al lado del antiguo jardín botánico de O Posío, por el incendio en la madrugada del 8 de diciembre de 1927, jueves, y que asoló el Museo arqueológico y la Biblioteca provincial, tras llegar dos horas tarde los bomberos según relata la prensa de la época. Se perdieron miles de volúmenes, ejemplares únicos de libros, como el de Copérnico, y manuscritos, grabados, pinturas, aquí desde los fondos monásticos provinciales tras el proceso desamortizador del siglo XIX. Un dolor. Por el edificio andaban en los años veinte Marcelo Macías y los de la Comisión de Monumentos, Vázquez Núñez, Díez Sanjurjo, Vázquez Pardo, Domínguez Fontela o Fernández Alonso. Algunos llevaban a casa materiales para estudiarlos, caso del libro manuscrito de Oseira, que ha emergido hace unos años.

Familia burguesa y niño, Alameda, Julio G. Pérez, 1921.
Familia burguesa y niño, Alameda, Julio G. Pérez, 1921.

En la sala hay una foto en la que se ve lo que quedaba por desmontar del antiguo Hospital de San Roque donde hoy es Correos: la portada, trasladada al atrio de la Trinidad. Del renacentista siglo XVI, lleva tondos de bustos barbados que nos hablan y hermosos grifos en el tímpano, a los lados del patrón. Por el vano de arco de aquella, ya sin las puertas, se ve a lo lejos en lo alto do Couto, el Palacio-castillo e iglesia de la IVª Marquesa de la Atalaya-Bermeja y IVª Condesa del Valle de Oselle, María de los Ángeles Santamarina y Alducín y su esposo, Isidoro de Temes y Sáenz, levantado para ellos desde los planos de Daniel Vázquez-Gulías Martínez, e inaugurado en 1925. Una gran foto. 

Hay otras merecedoras de atención. Así la vida que emana de cuatro hermosas mujeres jóvenes trajeadas con su madre a la entrada de la Alameda, que miran a Julio García Pérez, el fotógrafo, quien captó en el encuadre un muchacho, todavía un niño, de pantalones cortos y boina calada al modo del Gaspariño de Xaquín Marín. Con las manos detrás y la boca entreabierta quedó tan inmortalizado como la familia de la burguesía que paga la foto. De aquel, otro retrato en la Plaza Mayor delante de una columna de la casa de Fermín García, grupo masculino con sombreros blancos, pajaritas, corbatas y un niño de blanco y pantalón corto. Mas es el grupo de J. Pacheco (¿día de la procesión de san Roque?), en la plaza del Obispo Cesáreo con la estatua de Concepción Arenal que se presiente, con autoridades civiles y militares, y grupos de niños de blanco a los lados, uno burgués, otro del pueblo, de niños con mandilón, algo impensable hoy. Todo ello, cartografía de la vida social, económica y cultura de la ciudad y provincia, paisanaje y paisaje que va de lo documental al retrato, un mundo ya desaparecido del que somos herederos y testigos emocionales. Hay, en fin, además, un famoso posado de un numeroso grupo en Pontevedra, incluido por aparecer varias icónicas figuras ourensanas da Xeración Nós, tan decisivos en la configuración de Galicia.

En la Plaza Mayor, de Julio García Pérez,1920.
En la Plaza Mayor, de Julio García Pérez,1920.

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