Opinión

Tiempo navideño con arte y cultura

Decoración luminosa cubre la fuente barroca cisterciense de Oseira.
photo_camera Decoración luminosa cubre la fuente barroca cisterciense de Oseira.

La Señora Bobalicona, de Fernando Barreira Mateo, artista internacional de Verín, sonríe entornando los ojos apoyando el rostro sobre la mano, cual atril. En la main gauche sostiene una rosa amarilla por el tallo con sus espinas, lo que me llevó, desde memorias de lecturas a una frase subrayada en A rosa de Borges de Xosé Carlos Caneiro, en la que se lee como “unha mañá xélida de decembro” la madre de Celia Maradal “falaba e falaba sen cesar, principalmente do autor arxentino que escribira, dicía ela, que despois da morte as almas encontraran rosas amarelas que alivian a eternidade e os seus mundos. Esas rosas, segundo a mamá, podían traer de novo ao lugar dos vivos” a su padre fallecido. Un presente continuo con el novelista, verinés asimismo, en el cuadro y esta obra, que fue Premio Risco de Literatura fantástica 2000. La pintura, busto femenino ante unha mesa con naipes sobre tapete rojo, lleva ad marginem textos visuales que suman y hablan desde la caligrafía del artista, más allá de la firma, tan expresiva e ilustrativa de su ser. Frases como flechas, en una deliciosa ebriedad creativa “une heure / d’autre heu // avec beaucoup des heures / les temps / le ten… // beaucopu des temps… mallorquine”. Sa Madona al Barreira modo, que firma en la capital del valle del Támega, Galice, 2023. 

La Bobalicona, de Fernando Barreira.
La Bobalicona, de Fernando Barreira.

En la plaza ourensana del Bispo Cesáreo, Alameda Este, está la fuente del Barroca que se quitó de los claustros del monasterio cisterciense de Oseira con la exclaustración decimonónica, y tras pisar brevemente la plaza mayor, halló asiento por décadas  en el entonces bosque del Jardín Botánico del Posío, siendo trasladada hasta donde se halla hoy, poco después de lo de Doña Concha, Concepción Arenal, llevada con nocturnidad y alevosía según Otero Pedrayo hasta el llamado Palacio de Justicia, cerca de Salesianos. Está digo, más una vez más, aunque en este tiempo de Navidad y Reyes queda oculta de nuevo, por segundo año, en el interior de una estructura metálica que se enciende por las noches, remedo de abeto, con bolas y luces, que corona cual pon de un pon-pon en la cúspide. Es como un biombo gigante que la oculta. Tiene su aquel, y luce bien hermoso y proporcionado. Mas, prefiero la fuente con su árbol central y chafariz; más aún, deseo que hasta aquí llegue un día la réplica realizada por Nicanor Caballo y que está en la casa monástica de los monjes blancos ursarienses. 

Sería más seguro para la seguridad de este excepcional bien histórico-artístico, reintegrando además la original a su medio. 

Homenaje a Manolo de Tanco.
Homenaje a Manolo de Tanco.

Me acerco a la librería Tanco, a veces y no sólo a curiosear libros, sino a ver la placa dedicada a Manolo Bugallo, gran librero ya desde la época de la Rúa do Paseo, frente al Gobierno Militar, que se traslada con sus libros a la del Cardenal Quevedo, que lleva ahora Moncho. Allí me muestra como algunas joyas que salieron de Gráficas Tanco, El libro de las horas de Vicente Risco, con portada y dibujos del autor, en 1961. En el reloj de pie las tres menos diez. O Del Orense monvmental que dibuja Conde Corbal y escribe Ferro Couselo, en 1964. Arte, libros y luces, corazones alegres.

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