La conselleira de Sanidade, Rocío Mosquera, acudió a Vigo a darse un garbeo por las instalaciones del recién estrenado Hospital Álvaro Cunqueiro y acabó escoltada. Es curioso. Sobre el papel tendría que tratarse de una visita para resolver de tacón, casi firmando autógrafos, pero Mosquera se encontró con la airada protesta de decenas de sanitarios y de pacientes que siguieron su recorrido al grito de "conselleira dimisión" y "esto es un atraco".
"Ahora que está abierto el hospital protestan por el precio del aparcamiento y por la insuficiencia de plazas libres para los trabajadores, pero es lógico, estamos en época electoral y hay que dar la nota como sea", comenta sin disimulo ideológico un colega tras leer que la conselleira y los responsables del Chuvi han tenido que acortar la rueda de prensa y atrincherarse en una de las salas de urgencias.
El traslado a Beade no gusta, el elevado precio al que va la hora de aparcamiento (1,86 euros) cabrea. "¿Qué queremos? Hay que mantener los servicios públicos", añade el colega. Anteayer fueron más de un centenar de pacientes oncológicos y familiares los que se concentraron en el exterior del edificio, ayer se registraron situaciones de tensión entre policías de paisano y enfermos que trataban de llegar a la responsable de velar por la salud de todos los gallegos.
La ubicación del centro sanitario o la organización del traslado de las distintas especialidades puede discutirse o haberse hecho sin mala intención; la mordida por el aparcamiento resulta indecente, como el argumento de que los servicios públicos tienen que ser rentables.
A un tipo que se juega la vida o a sus acompañantes en el trance no se les puede asaltar por aparcar el coche. Que te crujan en un estadio de fútbol, en un concierto o a la orilla de un casino, incluso podría llegar a ser comprensible si ampliamos el cribo del coste de los servicios. Que lo hagan a las puertas de un hospital público es un negocio con trampas. No puedes dejar de ir a un sitio en el que ya sabes que no te queda más remedio que apoquinar una pasta gansa para evitar que te endiñen una multa por dejar el coche mal estacionado. Sólo falta que principien a hacer caja también con los aparcamientos de los tanatorios.
