Opinión

Aprender a besar

  

El día que un cuarto ictus intentó doblarla, su novio, como se dicen entre ellos, y sus cuatro hijos creyeron que no volvería a danzar. Quedó tocada y las pasaba canutas incluso para llevar la cuchara a la boca, pero siguió en la pelea e incluso aprendió otra vez a besar. Hace cuatro años la llegaron a dar por desahuciada cuando entró en urgencias y en este tiempo ha asistido a la boda de una hija, de un nieto, de un sobrino e incluso a la suya propia para renovar el compromiso adquirido seis décadas antes con su novio. Por el camino pasó por una operación en un pie de la que se recuperó en menos de un mes para poder calzar sandalias. Pura vida o ganas de vivir.

Y ahí sigue esta jabata de 80 años, levantándose de caídas repentinas cada vez más frecuentes porque cuando no tropieza la pierna derecha es la izquierda la que pone la zancadilla. A cambio de algún disgusto por los sobresaltos, la familia continúa escuchando sus atinados refranes y comentarios con el temor a que el deterioro mental pueda empañar sus recuerdos. Es el miedo que sacude a todo el mundo con familiares que padecen alguna enfermedad degenerativa que va minando las capacidades del enfermo.

Cuenta este periódico que la Fundación San Rosendo ya ha documentado 111 historias de vida dentro del proyecto Banco de Lembranzas que tiene por objetivo recuperar las vivencias de personas que padecen deterioro cognitivo. Se trata de una hermosa iniciativa que apuesta por un envejecimiento activo, al tiempo que registra experiencias de personas que sufren una enfermedad degenerativa porque aunque no se crean indispensables todos somos irrepetibles .

Se dice que el primer beso nunca se olvida 

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