Opinión

Galicia hace cola

En la precampaña de las elecciones gallegas de 2009 la palabra cola evocaba a paro por el pufo financiero que arrambló con la esperanza de la generación que se incorporaba al mercado laboral, atemorizó a pensionistas y amansó las ganas reivindicativas del empleado. Las elecciones las palma el que está en el Gobierno con los medios públicos afinando su imagen. El Bipartito pagó la cuenta de la macroeconomía como preludio al mapa teñido de azul popular, primero en las municipales, después en las generales de 2011.

El año comenzó con tamborileo preelectoral y colas en cada esquina. La sucesión de filas no es motivo de preocupación para Alfonso Rueda, el que defiende la presidencia de la Xunta, sino la posible “españolización” de la campaña con la presencia de Núñez Feijóo, Pedro Sánchez y sus ministros y hasta Santiago Abascal con un nieto de Fraga en el papel de candidato de Vox, posibilidad que avanzó ‘El País’. El nietísimo generaría revuelo por el apellido pero otro asunto son los votos, como el estacazo de Suárez Illana, hijo de Adolfo Suárez, cuando el PP lo presentó contra José Bono en Castilla-La Mancha en 2003.

Ayer se conoció que el paró descendió en 12.718 personas en Galicia en 2023 y quedan 129.504 desempleados. La Seguridad Social ganó 20.020 afiliados y hay 1,06 millones de ocupados. Por la gestión de la Xunta, dirá Rueda; por la política del Gobierno central y a pesar de la Xunta, argumentará el socialista Gómez Besteiro; por el Ministerio de Trabajo y la reforma laboral, proclamará la candidata de Sumar, Marta Lois; por las exigencias del BNG a pesar de presionar con un diputado al Gobierno, razonará la nacionalista Ana Pontón. Hay motivos para celebrar el dato que podría ser mejor pero es mejor que malo.

A Coruña, como otras partes de Galicia, lleva tres días en la cola. Cola para los churros del primer amanecer del año, cola para pillar la suerte del Niño, cola para entrar en el Zara de la calle Compostela, cola para comprar un roscón de Reyes. “Yo no obligo a nadie a comprar aquí”, soltó la dueña de un prestigioso horno, eso sólo lo puede decir la dueña, al bajar la verja dejando sin despachar una cola de una hora larga. Pasado el cabreo, casi todos vuelven a picar en el mismo sitio. Como en las elecciones.

Te puede interesar