Opinión

La muerte no suele conceder despedidas

La clienta que espera a ser atendida en la carnicería pregunta por la carnicera con tono de pésame. La helada mañanera aconseja posponer el mandado en vez de aguardar turno en la puerta, pero la curiosidad pica más que el frío. Al salir de la trastienda la mujer bisbisea la condolencia por el padre de la carnicera y el inmediato quejido se percibe con fuerza. 
–En tres días me lo arrebataron, en tres días.
-¿Y cuántos años tenía?
–82.
–¿Y cómo murió si parecía muy fuerte? ¿Se complicó?
–Murió solo como un perro en el hospital, sin poder despedirnos de él. En el pueblo estamos muy mal y mi padre se infectó en el bar.
La amargura de la que acaba  de sufrir la pérdida descoloca a la bienintencionada clienta, pero prosigue con un comentario de velatorio para pasar el trago. 
 –Pues si te sirve de consuelo, conozco a tres hermanos que se fueron por covid-19 uno detrás de otro. La chica que los cuidaba se infectó y contagió a los tres. No sé qué va a pasar con este virus.
–Pues no, no me sirve de consuelo.
A estas alturas del pésame, la clienta ya ha comprendido que pincha en hueso y que es mejor pasar al tema del corte de la carne que ha ido a comprar.
La caída de hombros de las cuatro personas que forman cola en la calle pegadas a la pared del establecimiento delata que todas han pasado por un trance similar. Cuando en Galicia han fallecido por covid-19 más de 1.130 personas y en todo el Estado 43.131 –según las cifras del Gobierno central, pero a las que habría que sumar otras 15.000 defunciones que arrastramos de desfase respecto a un año normal como ha calculado el INE– resulta complicado que la probabilidad no te golpee. Pero una cosa es morir por covid-19 que "morir solo como un perro en el hospital". La manera de verbalizar el dolor de la carnicera es algo muy corriente desde que principió la pandemia. Y quizá injusto. La muerte acostumbra a ser un acto solitario que pocas veces concede despedidas, como bien saben los que cargan con la pena por un accidente de tráfico, por un resbalón en el andamio o por la caída del tractor.  

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