Opinión

Pobre Kennedy gallego

Un día, Xosé Clemente López Orozco, que tiene nombre de Papa pero se quedó en alcalde de Lugo porque no quiso aspirar a un trono superior, proclamó ante los que lo que quisieron escuchar que José Ramón Gómez Besteiro era "el Kennedy gallego" y había que protegerlo.

Otro día, un tipo que mandó en el Estado más que los que mandan como José Blanco, contó que para dirigir el socialismo gallego se necesitaba algo más que un buen flequillo, como el que tiene José Ramón Gómez Besteiro.

Y unos días después, una veterana socialista afirmó que José Ramón Gómez Betseiro era el socialista al que mejor le sentaban en el culo unos pantalones vaqueros. Todo es cierto y todo es verdad, pero estamos hablando de un líder que ha estado en entredicho justo desde el mismo día que la militancia lo entronizó como el secretario general de los socialistas gallegos.

Ya se ha dicho en esta columna que los de la rosa tienen la insana costumbre de elegir a un secretario general para tener a alguien que acuchillar al día siguiente. La misma Carmela Silva, presidenta de la Diputación de Pontevedra, se encargó ayer de evitar respaldarlo porque como estaba en sede de la Xunta no "tocaba" hablar de un asunto orgánico.

José Ramón Gómez Besteiro es en las distancias cortas un tipo entrañable, en las largas este chófer de anécdotas no entiende cómo no ha enviado a todo el mundo al carajo y en las medias estará debatiendo qué coño hace con su vida.

La jueza Pilar de Lara es un escollo en su firme decisión a ser candidato a la presidencia de la Xunta, pero como nos acabamos de enterar de que Hacienda no somos todos, también se puede interpretar que estar imputado –o investigado como le dicen ahora– no es un gran demérito. En Lugo, hubo un tipo como el na- cionalista Fernando Blanco que renunció a su carrera política por un asunto judicial y la gran perjudicada fue Galicia. De momento, nada se sabe de su situación. Chirría.

Y desde la distancia y sin ánimo de ofender, este chófer de anécdotas nunca ha entendido las mañas que se traen en el partido socialista o la disputa de los nacionalistas. El PP tiene claro que son multinacional y piña. Nunca discuten al entrenador que han elegido. 

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