Opinión

"Spamtados"


Suena el teléfono. En la pantalla aparece un número que no está registrado en la agenda pero ha pasado el filtro del detector de abrases (spam). Pasan doce minutos de las siete de la tarde y la columna está por hacer. La primera intención es dejarlo sonar hasta que se quede afónico. En lo que va de día ya han sido bloqueados nueve números con el aviso de acoso probable. Para qué dudar si ya te advierte la inteligencia artificial del móvil que estás a un clic del fraude.
El teléfono vuelve a sonar y te pones en el pellejo de un compañero que está intentando localizarte o de esa llamada que esperas con la buena nueva de un proyecto. La época es complicada para un periodista de ronda por una entrevista. Hay que enviar primero un mensaje con las señas o pasan de contestar. Hasta una prueba de vida sería comprensible.
Al otro lado de la línea quedan en silencio al escuchar un enérgico boas tardes. 

La época es complicada para un periodista de ronda por una entrevista.

El consejo de evitar contestar con un sí para que el monosílabo no pueda ser usado, con un corte en la grabación, como consentimiento ya se ha asimilado como costumbre. “Señor Xabier, soy agente externo de su entidad bancaria”, se presenta una voz femenina. Ha acertado con el nombre del titular de la cuenta y la entidad bancaria. “Pero hoxe non estades de folga en Galicia?”. La mujer no volverá a tener oportunidad de abrir la boca. El interlocutor le indica de carrerilla que ya se dirigirá a la ventanilla del banco cuando tenga motivos y mientras no aparezcan pase usted una tarde estupenda. Hasta el siguiente intento. El ánimo queda descolocado como la desconfianza en pareja. Quizá sea de verdad una currante que tiene que dar la brasa a los clientes en unas condiciones chungas para colarles un producto con el que sacar adelante a la familia. 

El ánimo queda descolocado como la desconfianza en pareja.

El número no coincide con los de la entidad anotados en la agenda del móvil, pero la banca también externaliza tareas, excepto comisiones y beneficios, mientras los trabajadores salen a la calle para reclamar mejoras salariales y denunciar objetivos de venta salvajes que les impiden atender al cliente en ventanilla. La digitalización acabará siendo la salvación del papel y de la atención presencial cuando al personal se le funda la conexión por tanto ‘spamto’. A la cara, hasta el timo.

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