Opinión

Tos en el ultramarinos

La calle de la Torre en A Coruña no sólo lleva al faro dedicado a Hércules y patrimonio de la humanidad desde 2009, también socorre a mucha peña con horarios complicados para solucionar el vacío de la nevera. Ultramarinos y garitos permanecen abiertos hasta tarde, alguno aguanta más allá de la medianoche, para que los vecinos puedan comprar pan, empanada, pasta, tomates, aceite o lo que necesiten. Las deshoras compensan el precio algo más elevado que en el súper.

El jueves pasado, recién llegado del Foro La Región que protagonizó la retranca afilada del profesor Miguel Anxo Bastos, con parroquia fiel entre la rapazada, las tripas del frigorífico chirriaron por el desabastecimiento y no quedó más remedio que subir a la Torre pasadas las diez de la noche. En un local que ofrece pan, empanada y embutido como productos estrella atendían a una clienta y al minuto se puso a la cola un hombre con careto de despiste, pero no conviene fiarse de las apariencias porque fue el único que se coscó de que la dependienta había tosido varias veces mientras despachaba.

Cuando llegó el turno del chófer de anécdotas el hombre la interrumpió de manera educada. “Perdona, he visto que has tosido varias veces, me vas a dar el pan con esa mano y como estoy bajo de defensas me voy. Que no te parezca mal, pero prefiero comprar en otro sitio”. Ella se ofreció a lavarse las manos, pero él ya estaba saliendo por la puerta. La dependienta continuó cortando un trozo de empanada mientras explicaba que no tenía gripe, sólo la garganta seca. En un primer momento la reacción pareció exagerada.

Al salir del ultramarinos ya venía el hombre calle arriba con una barra de pan en la mano y cruzó de acera. “Disculpa si te ha parecido mal, no es que tenga el sistema inmune delicado, pero no veo correcto que alguien que está tosiendo siga despachando. En el bar en el que paro el camarero sirve con mascarilla ante el mínimo resfriado”. La preocupación por la tos ajena cambió de fulano al llegar a casa y desenvolver la empanada. “La peña ha entrado en pánico desde el covid”, fue la justificación para sacudir el respeto al primer bocado, pero ayer contó Noelia Paz en La Región que en Galicia hay 70.000 enfermos de covid persistente. Poca broma con la tos.

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