Opinión

Trumps de feirón

Hasta que las redes sociales completaron su plan de colonización social la prensa apandaba con la culpa de tirar de la lengua a la política para vender carnaza en el kiosco.

El chófer de anécdotas no se siente orgulloso de haber retorcido preguntas o exprimido titulares

A pesar de no haber faltado a la verdad ni haber inventado una declaración,  el chófer de anécdotas no se siente orgulloso de haber retorcido preguntas o exprimido titulares hasta conseguir bagazo de escandalera en el pasado, pero a escala de lo que largan ahora los representantes públicos sin necesidad de que alguien los apriete, el rubor se queda en compresible ímpetu del que acaba de saltar al campo.

En Santiago, Madrid, Barcelona, Sevilla, Toledo –los vascos no suelen perder las formas– se airean en los días previos a la doble investidura –primero será la fallida de Feijóo según lo previsible, después lo intentará Sánchez de la mano del independentismo y del resto de formaciones que no son PP y Vox–  descalificaciones y opiniones que se censurarían en la grada más ultra de un estadio.

La anunciada amenaza de las redes para el periodismo por poner a tiro de dedo y a golpe de clic la propagación de barrabasadas acabará reflotando el oficio

Un economista con mucho predicamento entre los que mueven el negocio en Galicia consideró que la política se está dejando arrastrar por los “Trumps de feirón” mientras se aleja de la calle. Sonó a exageración. Al escudriñar teletipos para armar un folio que versa sobre lo que sucede en Galicia con el Estado de fondo, apareció un retrato de posiciones irreconciliables y descalificaciones feas. Sucede por estar pendientes de Madrid en vez  de construir en la discrepancia un clima de concordia  con rumbo propio como se vive en cualquier abrevadero. Y Beiras ya no está en la “Cámara de gas”, como llamó al Parlamento. No era él, son todos.

La anunciada amenaza de las redes para el periodismo por poner a tiro de dedo y a golpe de clic la propagación de barrabasadas acabará reflotando el oficio, aunque se cambien las preguntas por el cribo para filtrar mentiras y voladuras de los Trumps de feirón. Pero hay que evitar zancadillear con las comas y apuñalar con las tildes o los periodistas no seremos mejores. 

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