Opinión

Las noticias del guiñol

Las personas acaban pareciéndose a sus mascotas y viceversa. Especialmente con gatos y perros. Se dan casos con loros, cerdos, conejos y hasta tortugas. Esas simbiosis han sido estudiadas por científicos de escaso prestigio y amigos de las curiosidades esotéricas, quienes no han prestado atención a una rama del fenómeno: la analogía que se establece entre los personajes reales con sus marionetas o con sus caricaturas. Desde el pasado verano electoral yo he visto resucitar aquellas famosas noticias del guiñol, gloriosas en la televisión desde finales de los noventa hasta pisar este siglo XXI. Le presté la debida atención al parloteo de los guiñoles de Aznar, Felipe, Guerra, Paco Vázquez, Juan Luis Cebrián… hasta que alguien bienintencionado me sacó de mi error: “No son los muñecos, no. Se trata de los individuos auténticos”. En verdad que me produjo cierta inquietud y hasta dolor el desengaño, no podía dar crédito a sus despropósitos, a la caída ideológica de sus parlamentos. No, no habían resucitado. Como a las mascotas ellos se parecen a los guiñoles del pasado, a sus caricaturas.

Quizás Aznar y Paco Vázquez, por poner dos ejemplos, han mantenido aquel discurso mental. Ya en vida fueron personajes añejos, anclados en el populismo y en el personalismo rancio. Los muñecos no les imitaban, los representaban. Los casos actuales de Felipe y Guerra son graves. Sentados codo con codo como en los días de gloria, rectificándose al alimón al tropezar con la realidad presente y remando contra la corriente del pragmatismo de la que ellos hicieron bandera aparcando la Republica y el federalismo, negando la OTAN o las bases americanas y aceptándolo todo cuando la responsabilidad política y el compromiso con el futuro y la Historia se lo exigió. De ahí que sorprenda verlos atacar sibilinamente al partido en el que aún militan, quizás porque al mirarse en el espejo el mercurio les devuelve la decadencia que el tiempo genera. Quizás porque la pérdida del poder no se cura ni con paracetamol ni con Gerovital H3. Quizás porque no aceptan el pragmatismo de un Pedro Sánchez sentado en el trono todopoderoso del que ellos fueron desplazados por los cambios políticos de la nueva sociedad, alejada del bipartidismo donde ambos aún pernoctan.

Cuando se glorifica el propio pasado la desmemoria se aparece en forma de fantasmas terribles. El club de los socialistas del guiñol ha levantado la voz para unirse al coro contra la amnistía con la que tratan de eclipsar los compromisos de gobierno del presidente en funciones. En 1986, gobernando Felipe y Guerra, se emitió un real decreto referente al régimen disciplinario de los funcionarios en el cual “la extinción de la responsabilidad disciplinaria se produciría con (…) el cumplimiento de la sanción, el indulto y la amnistía”. Creo que sigue vigente y no ha sido recurrido por nadie. La amnistía fiscal de Rajoy y Montoro en 2012 sirvió al PP para vadear los meandros económicos y perdonar a una pandilla de defraudadores sin importarles que, cuando no gobernaran, pudiera ser declarada inconstitucional. La amnistía, como el indulto, como la condonación han estado ahí siempre aunque la Constitución no las nombre, pero no me voy a meter en ese charco al que los expertos de la justicia, el periodismo y politólogos de todos los colores no paran de echar agua por ver si el equilibrio político se ahoga.

En el siglo pasado yo veía Las noticias del guiñol y me resultaban divertidas. En las de ahora los muñecos se me antojan peligrosamente casposos luciendo la nostalgia del poder perdido prendida en las solapas.

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