El precio de la patata aumenta y cubre costes de producción

La Comarca de A Limia, zona productora de patata por excelencia, encarará ya a comienzos de enero el ecuador de la campaña de comercialización. A 30 de noviembre, el conjunto de los productores amparados bajo la Indicación Xeográfica Protexida Patata de Galicia había comercializado ya 2,1 millones de kilos de patata -el flujo de venta en este sentido es similar al del año pasado-. Tras recuperar, al final del periodo de recolección en 2021, el promedio de un año normal, es decir, entre 120 y 130 millones de kilos cosechados -la sequía estival y la pandemia influyeron en la merma de la producción en 2020- los precios parecen también normalizarse ahora en el mercado. Tal y como apuntan desde el sector, los almacenistas están pagando el kilo a granel al productor a 17 céntimos y esto supondría un 70 por ciento más que con respecto al mismo periodo del año anterior, cuando valía 10 céntimos -el coste de producción por kilo ronda los 15 céntimos-. “El año pasado había más variedad de carne amarilla -agria- plantada en la comarca, por eso también había bajado un poco su precio. Había más blanca -kennebec-”, cuenta Óscar Joga, productor limiano. “En las zonas de Valladolid y Salamanca se plantó este año más variedad blanca que amarilla, entonces a nivel nacional hay menos amarilla y esto también influye en que suba el precio”, añade. La importación internacional, principalmente de Francia y Marruecos, terminará de regular las condiciones del mercado. Parece que los productores cogen aire ante un 2022 algo incierto y marcado por la nueva normativa en lo tocante a los productos antigerminantes -se ha prohibido el clorprofam, en favor del dimetilnaftaleno, que parece ser la opción más extendida; la hidrazida maleica, el aceite de menta y el aceite de naranja- o el previsible encarecimiento del proceso de producción. “Parece que para los agricultores será mucho más caro sembrar el año que viene debido a los costes del gasóleo o los fertilizantes, entonces se prevé una subida de los precios”, explica el almacenista Diego Conde, que asegura que las ventas a las superficies comerciales “están yendo bastante bien”. PERIODO DE “INCERTIDUMBRE” EN EL SECTOR A mediados del pasado mes de octubre finalizó la campaña de recolección de patata en A Limia, aunque las primeras unidades que salieron al mercado lo hicieron en septiembre de este mismo año. Miles de unidades se almacenan todavía en los grandes cajones de las naves limianas y allí estarán hasta entrada la primavera si las condiciones de conservación son óptimas. Sin embargo, la normativa ha cambiado para su conservación -aplicación de antigerminantes- y, con ella, la obligatoriedad una adaptación para los productores y almacenistas. “Las patatas están saliendo ahora a un ritmo normal, pero a ver qué pasa en enero”, cuenta Amador Díaz, presidente de los productores. “Las naves tienen que estar acondicionadas para aplicar los nuevos tratamientos y muchas todavía no lo están. Esto puede ocasionar que en enero se pongan muchas a la venta a la vez -el tubérculo puede germinar a esas alturas del año-, y eso sí puede ser un problema”, añade. En Patatas Conde, una de las naves actualizadas, explican que la adaptación ha supuesto un coste y, además, “el tratamiento nuevo de por sí ya es más caro. Tarda un poco más en hacer efecto, pero parece que está funcionando. Nosotros hemos optado por el dimetilnaftaleno”.